Los naturalistas llevan siglos proponiendo posibles causas para la exuberancia de la vida en los trópicos, y hay tantas ideas que os remito a esta buena revisión del tema. Se pueden leer literalmente decenas de hipótesis sobre el asunto, pero el debate sigue y hay cierta tendencia derrotista a asumir que se trata de un "misterio sin resolver" al que nunca podremos quitar esa etiqueta. ¿Y si intentamos quitársela? Empecemos fijándonos en un hecho crucial: el aumento de diversidad hacia los trópicos es más claro y más acusado a escala regional, es decir, cuando se comparan regiones enteras entre sí. Esto nos lleva a buscar su explicación entre los procesos que regulan el número de especies de las regiones. Una región puede tener más o menos especies dependiendo de sólo tres procesos: el origen de nuevas especies (especiación), la extinción, y la inmigración de especies desde otras regiones. Podemos entenderlo de la siguiente manera: una especie está en una región o bien porque se ha originado en ella, o porque ha inmigrado desde otra región, y por supuesto porque no se ha extinguido. De modo que ahora tenemos tres posibles explicaciones para el gradiente latitudinal: (1) que hacia los trópicos se originen más especies, (2) que se extingan menos especies, y (3) que sean inusualmente propensos a acumular especies originarias de otras regiones. ¿Se puede descartar alguna opción? Intentémoslo: dejemos que cada una de las tres ideas "hable" y comprobemos si se cumple "lo que dice".
Si hacia los trópicos se originan más especies, entonces debería haber allí mayor proporción de especies recientes que hacia los polos. ¿Sucede así? Las evidencias que conozco no son concluyentes: algunas van a favor, pero otras en contra. Pasemos a la siguiente explicación: si hacia los trópicos se extinguen menos especies, entonces esperaríamos en ellos mayor proporción de especies antiguas que hacia los polos. Lo cual concuerda bien con los hechos (por ejemplo, los linajes de aves más antiguos tienden a ser tropicales). Por último, si los trópicos son especialmente propensos a acumular especies de otras regiones, al quitar esas especies inmigrantes deberíamos tener la misma cantidad de especies endémicas (por unidad de área) que en otras regiones. Esto no se sostiene, porque precisamente las latitudes tropicales albergan el máximo mundial de endemismos por unidad de área, respecto a las demás latitudes. En conclusión, de este párrafo sólo ha salido airosa la hipótesis de la extinción. Es decir, aunque el gradiente latitudinal pueda deberse a muchas causas, la más general de todas parece ser que hacia los polos se extinguen más especies.
¿Y por qué el riesgo de extinción habría de aumentar hacia los polos? Hay un buen motivo: en ellos los cambios climáticos son más drásticos (por cambios orbitales y del eje de rotación, etc.). Y al ser más duros los reveses del clima, hay más peligro de extinción. Pensemos, por ejemplo, que hace 100 millones de años la Antártida estaba cubierta de bosques, y que hace 50 millones de años crecían palmeras en Escandinavia, mientras que hoy las únicas palmeras de Europa (palmito y palma de Creta) se dan en la cuenca mediterránea, es decir, más hacia los trópicos. ¿Es esta la mejor explicación a la diversidad mediterránea, su posición intermedia en un gradiente latitudinal de extinción? Pues resulta que... ¡no lo es! Porque la mayoría de las plantas mediterráneas, las que hacen de la biodiversidad mediterránea algo extraordinario, no son antiguos supervivientes, sino nuevas especies, surgidas en los últimos millones de años. ¿Cómo puede ser? ¿Acaso los matorrales mediterráneos son excepciones a la regla de oro de la biodiversidad, el gradiente latitudinal? No os perdáis el desenlace en el próximo y último episodio…