Esta es la pregunta que me hizo el martes un chico de un colegio de Barcelona (de Sant Cugat del Vallés, para ser más exactos) durante uno de las sesiones que tuve con alumnos de 5º de Primaria a 2º ESO (10 a 14 años, aprox.)
No era la primera vez que me planteaban esta cuestión, así que la respuesta casi salió sola, pero… Lo cierto es que el otro día, al escuchar la pregunta, me pareció oír una vocecita en mi cabeza que decía, “es verdad, ¿por qué te gusta tanto escribir?” O dicho de otro modo… ¡Quién te mandaba a ti meterte en este lío!
No sé si hay alguien que piensa que los escritores somos gente bohemia, que vivimos en casas de madera junto a la playa y damos largos paseos por la orilla al amanecer, acompañados por un perro que corretea a nuestro lado, para luego regresar a casa, tomar un zumo de frutas y sumirnos en un éxtasis creativo durante horas, que dé lugar a obras maravillosas e inolvidables que se venden a millones, y llenan nuestra cuenta corriente, aunque eso no altere nuestro estilo de vida sobrio y un poco excéntrico. Tampoco sé si en algún caso ese estereotipo exagerado se cumple, pero os aseguro que en el mío no. Aunque no me puedo quejar y desde hace años la escritura es una de mis ocupaciones habituales, lo cierto es que sigo siendo un “currante multitarea”, que escribe, organiza sus viajes, actualiza los blogs, webs y redes sociales, recorre España de cole en cole para promocionar, y se desespera al ver que un nuevo libro no despierta el interés de las editoriales con las que quisiera trabajar.
Y, a pesar del trabajo, los desengaños o desilusiones y el cansancio que acompaña a cualquier profesión… ¡¡ME ENCANTA ESCRIBIR!! Reconozco que hubo un momento en el que me saturé, porque llevaba siete años terminando una historia y empezando otra, así hasta terminar ocho novelas… Pero, tras un par de años en los que un máster y la elaboración de la tesis me mantuvieron apartado de la labor creativa, empecé a tener auténtico “mono” de escribir una novela. Necesitaba tener una historia en mente, sentarme a darle forma, revisar, avanzar, imaginar… Tanto es así que cuando volví a la carga, lo hice con tanta intensidad que terminé una novela de 360 páginas en tres meses, es decir, menos de la mitad del tiempo que hubiera empleado anteriormente.
¿Por qué os cuento todo esto? Pues… digamos que es una reflexión en voz alta que he querido compartir aquí por si le sirve a alguien. Hace tiempo publiqué una entrada que titulé “Y tú, ¿por qué escribes?“, en la que explicaba que la razón final para hacerlo es “porque me gusta”. Aunque pueda parecer una respuesta simple y superficial, yo creo que en el fondo ese es el verdadero motivo y, de hecho, no es solo una razón para escribir, sino una condición para poder hacerlo bien.
Al escribir abrimos nuestra alma y nuestra imaginación y vertemos sus desahogos sobre el papel. Convertimos nuestros sueños en realidades concretas, damos vida a personajes, visitamos nuevos mundos, diseñamos historias, despertamos emociones, vivimos otras vidas… Y ponemos todo eso a disposición del público. Nuestros escritos cobran vida en el interior de personas a las que nunca conoceremos, que viven en lugares que nunca visitaremos.
Todo eso es cierto y maravilloso, pero es también una consecuencia de lo que os decía antes, de que nos guste escribir. No todos sentimos esa inclinación, que puede aparecer en cualquier momento. Y a los que nos gusta escribir, no siempre nos apetece hacerlo. Al menos eso es lo que me ocurre a mí. Reconozco que hay días en los que tengo que obligarme a encender el ordenador y continuar con la historia que tengo entre manos. “Diez por ciento de inspiración y noventa por ciento de transpiración”, dicen que dijo Umberto Eco, y yo lo suscribo. Todo lo que vale la pena supone un esfuerzo y la escritura no es una excepción. Por eso mismo es tan importante que nos guste hacerlo y que lo hagamos por gusto, no por afán de notoriedad o pensando que así seremos millonarios. Una vez terminada la historia, tendremos que luchar para que se publique y se venda, pero, mientras la escribimos, lo importante es que la disfrutemos y que pongamos lo mejor de nosotros mismos.
¿Por qué me gusta escribir? Porque es parte de mi forma de ser. Como dice Alejandro Sanz en una de sus canciones, “no es que sea mi trabajo, es que es mi idioma”
Un saludo
@M_A_JORDAN