Si soléis beber cerveza, seguro que conocéis de sobra el gusto de la cerveza de barril. Fresquita, con espuma, con cuerpo… Un placer que se disfruta en la barra del bar con unas olivas o unas patatas fritas. ¿Sólo allí? No necesariamente, si tenéis vuestro propio barril para almacenar vuestra cerveza podéis deleitaros con ese momento a cualquier hora del día e invitar a vuestros amigos a que se unan a la degustación de vuestra creación. Pero no es la única ventaja.
Un barril tiene capacidad para más litros de cerveza que otro tipo de recipientes como las botellas de cristal. Es más fácil de almacenar y ocupa menos espacio en casa. ¿Qué pasaría si estuvieran los mismos litros en botellines? ¿Cabrían en la nevera?
Más sabor
La cerveza sigue evolucionando una vez está envasada. Cambiará su sabor y seguirá fermentando más alcohol y gas. El barril es un recipiente hermético que resiste bien la presión, además no deja pasar los rayos solares (evitando que se oxide). De esta manera mantendrá durante más tiempo el regusto que tiene que tener.
Más tiempo abierta
Cuando se abre una botella o una garrafa de cerveza hay que consumirla en las siguientes horas, si no pierde todo el gas. Con el barril, el consumo puede ser mucho más calmado y puede mantener sus cualidades durante varios días.
Difícil de acabar
¿Habéis celebrado alguna vez una fiesta y a mitad se ha acabado la cerveza o sólo quedan cervezas calientes? Con un barril será más complicado, ya que cabe más líquido de lo habitual y habrá para más vasos y encima mantendrá la temperatura fresquita del contenido.
Hay que tener en cuenta que el barril necesita cargas pequeñas de CO2 o una bomba manual para poder introducir aire en el interior, así como un grifo para poder servirla en un vaso o jarra. Podéis consultar los tipos de recipientes para cerveza en nuestra Enciclopedia Cocinista y si os decidís por almacenar vuestra cerveza casera disponemos de barriles de 5 litros (los más sencillo para comenzar) en nuestra Tienda Cocinista.