A principios de año, el economista chino Joe Zhang escribió un interesante artículo, Why a recession would be good for China, donde deseaba claramente una recesión para la economía china, a fin de solucionar o reducir las sombras que el elevado crecimiento económico está proyectando sobre el desarrollo de la civilización china, entre las que señalaba el encarecimiento de los servicios básicos y la elevada depredación medioambiental.
Sin duda una recesión (más pronta que tardía) de la economía china sería una buena noticia para el desarrollo del país desde todos los puntos de vista y debería ser acogida con gran entusiasmo por los ciudadanos chinos. Analicemos las principales razones por las que me adhiero al deseo de una recesión en la economía china:
- 1. Agotamiento de la fábrica del mundo
Desde la caída el comunismo y el inicio del período de la transformación económica, China ha basado su crecimiento económico principalmente en la exportación. Ello se ha conseguido gracias a los reducidos costes laborales (debido en parte al gran número de ciudadanos que vivían en el campo) y a la deliberada devaluación de la divisa china, que hace abaratar los productos frente al exterior. Las autoridades chinas elevaron el tipo de cambio de 1 yuan por 1 dólar aproximadamente en 1980 hasta 8 yuanes por 1 dólar en 1995. Esto ha hecho que las autoridades chinas dispongan en sus arcas el 35% de todas las reservas mundiales de divisas extranjeras, lo cual implica un elevado riesgo cambiario, además de evidenciar la enorme devaluación que presenta la moneda china y de perjudicar el bienestar de los consumidores chinos, puesto que importar productos de fuera es ocho veces más caro ahora que en 1980. Este modelo está dando los últimos coletazos y las autoridades están intentando planificar una transición hacia una moneda más fuerte, otorgándoles más poder a los consumidores chinos y un mayor poder de compra en el exterior, lo que se traducirá en un verdadero crecimiento de la renta per cápita y del PIB.
Una recesión en China obligará a los dirigentes a acelerar las reformas y a avanzar más rápidamente en este modelo, rechazando por completo el modelo tan liberticida que China ha experimentado desde la apertura económica hasta la actualidad. Cuando se produzca tal cambio de modelo, la fábrica del mundo habrá llegado a su fin y China tendrá que hacer frente a mayor competitividad exterior lo que, sin duda, estimulará su crecimiento económico, desarrollo, incremento en la calidad de sus productos, mayor creatividad e innovación y acumulación de capital. Se trata de abandonar ya un modelo caduco y cambiarlo por el modelo del que debería estar disfrutando China desde hace buen tiempo, si bien tal transición puede conllevar una reducción del nivel de crecimiento económico pero sin duda un aumento de la calidad del mismo y por tanto del desarrollo de la civilización china.
- 2. Liberalización del sistema financiero
El sistema financiero chino es uno de los más regulados del mundo donde la mayor parte del crédito está controlado por autoridades gubernamentales, lo que se ha traducido en un aumento de la banca en la sombra, que está haciendo cada vez una competencia más fuerte a los bancos estatales. Sin embargo, los bancos estatales chinos, que básicamente son los que controlan la totalidad del sistema financiero, cuenta con un enorme respaldo del gobierno chino, al contar con cuatro agencias de recuperación de activos, inyecciones de capital en forma de dólares sin posibilidad de conversión a yuanes a través de la agencia estatal de inversión Central Huijin Investment, beneficios asegurados via regulación de los tipos de interés por el Banco Central de China e intervenciones para aliviar problemas de liquidez por el Banco Cental de China, por lo que el riesgo moral es elevadísimo y los bancos presentan numerosos activos tóxicos en su interior que son transferidos a las agencias de recuperación de activos.
El modelo de sistema financiero chino, que está basado en una represión financiera, erosionando los depósitos del contribuyente y aliviando las cuentas de las empresas públicas otorgándoles préstamos a bajos tipos de interés y saneando los balances de los bancos estatales cada vez que se encontrasen en problemas.
Mientras el gobierno cuente con suficientes recursos y poderes para seguir limpiando los balances de los bancos y ocultando los activos tóxicos con más liquidez y capital (en gran parte proveniente del extranjero en forma de dólares), es poco probable que se produzca una crisis financiera en el país. Sin embargo, este mecanismo tiene los días contados: la reevaluación paulatina del yuan desde el 2005 hace que los ingresos por esta vía sean cada vez menores en el futuro y el incremento de la importancia de la banca en la sombra hace que el sector financiero formal tenga cada vez menos crédito que manejar.
Una recesión en la economía china haría acelerar una transición hacia un modelo donde el sistema financiero fuese más flexible, sin fijación de los tipos de interés, con más competencia en el sector, más participación del sector privado, menos connivencia con el gobierno, un desarrollo mayor de otros mecanismos de financiación (mercado de valores, mercado de renta fija, mercado de seguros, mercado de gestión de activos, etc.). La recesión tan sólo haría aflorar los enormes problemas de solvencia (que no de liquidez) en los que la gran banca estatal está inmersa y reducir la extracción de riqueza que los bancos estatales realizan a la población. De nuevo, una recesión en la economía china incentivaría el bienestar de su población. No obstante lo anterior, una recesión parece estar cerca, pues la curva de tipos del mercado interbancario (SHIBOR) en este mismo año ha empezado a invertirse (después de llevar varios años plana), presagiando una escasez de liquidez en el sistema financiero. Además hace justo un año todos observamos con atención la crisis que se produjo en el SHIBOR, que llegó a alcanzar la cifra del 30% diario.
- 3. Debilitamiento del poder político
Sin duda, esta tercera razón no les gustará nada a algunas personas y menos a los que piensan que China no tiene futuro sin un gobierno fuerte, pues es tan grande y diversa que, en otro caso, terminará disgregándose. Quizá ese sea el futuro de China, quizá no; quizá sea positivo, quizá no. Lo que sí se puede ver con cierta claridad es que la tendencia que está experimentando china es una continua reducción del poder político y un continuo crecimiento del poder del individuo, si bien todavía el peso del Estado es enorme en el país, y mucho más desde el punto de vista político e incluso en la cultura china hay inherente cierta subversión a los poderes colectivos.
Desde mi cosmogonía liberal, que defiendo que es difícil organizar una sociedad en común y es mucho más eficiente si cada uno se procura su propia felicidad puesto que cada uno se conoce mejor que nadie, pienso que un debilitamiento del poder político sería una gran noticia para China y sus ciudadanos.
Una recesión como hemos visto, podría aflorar todos los problemas que están actualmente ocultos en China tras el vigoroso crecimiento del PIB, que tendría consecuencias inexorables sobre el poder que el gobierno tiene, como hemos visto antes, tanto en el tipo de cambio como en el sistema financiero. Esto introduciría más libertad de mercado en el país y podría ser un primer paso para la apertura política.
Como afirmó ChenYu, uno de los artífices de la transformación económica china, el modelo de crecimiento se ha basado en un aumento de la jaula para que el pájaro se pudiese mover con más libertad dentro de ella. Sin embargo, llegará el momento en que la jaula tenga que eliminarse para que el pájaro pueda sobrevivir.