Por qué viajar es (para mí) una cuestión de actitud

Por Mundoturistico

Imaginemos la situación en la que un virus con alta capacidad contagiosa se cuela en nuestras vidas y por unos cuantos meses, se esfuma de golpe la posibilidad de viajar. Drama. Más allá de que el verdadero problema es las vidas que se llevará por delante, retomaremos los viajes poco a poco y sobre todo, echaremos durante muchos momentos aquella libertad de ir a un lugar nuevo y descubrirlo con nuestros propios ojos. Pero, ¿olvidaremos lo que tanto nos gustaba hacer? ¿Perderemos el espíritu viajero que un día decidimos adoptar? En mi opinión, no. Porque viajar, más allá de un hobbie, es también una cuestión de actitud. Al menos para mí.

Actitud para entender

Viajar te da una visión global e interrelacionada del mundo. Por eso, por ejemplo, ante la presente crisis del Covid19, hay una alarma en el viajero que se enciende cuando otros países comienzan a sufrir. Se entiende la situación de otros lugares del mundo porque una pequeña parte de nosotros se unió a ellos cuando los visitó. Y porque cuando por una razón tan clara ya no podemos viajar, entendemos la importancia de que todo esté bien para hacer lo que más nos gusta. 

Hay una parte de mí (mi parte viajera) que me dice que debemos entender la necesidad que hemos tenido de NO VIAJAR para poder hacerlo con tranquilidad en el futuro. Por eso, creo que muchos blogs de viaje y aficionados al turismo en general reaccionaron muy pronto a la llamada del pasado #QuédateEnCasa y hubo una actitud profundamente viajera en todo ello. Porque entendimos rápidamente la necesidad de parar para volver a hacerlo. Era el momento de cerrar el capítulo de los viajes por un tiempo.

Actitud para viajar sin importar el destino

Lo primero que hice cuando teníamos más libertad, fue hacerme un viaje dentro de mi propia ciudad. Emprendí un camino de casi dos horas para llegar al centro de Madrid y adopté de nuevo una actitud viajera sin importar el destino. Así, descubrí lugares de mi propia urbe que no conocía, puse rostro a algún barrio del que había oído hablar pero que no había pisado e intenté dejarme llevar como en un “viaje de verdad”.

 No es lo mismo, pensarán muchos. Quizás no. Pero desde luego yo volví a sentir esa sensación de libertad que más allá de paisajes, museos o transportes que te llevan a lugares lejanos, era lo que más echaba de menos. Tan solo pasear, observar cosas nuevas y disfrutar del camino me hicieron sentir algo muy especial. Con matices y salvando las distancias, sentí que volvía a viajar.  

En estos meses, me he dado cuenta, en cierto modo, que el destino es importante, pero que las sensaciones que te inundas cuando viajas lo son en mucho mayor medida.

Actitud para viajar con responsabilidad

Hay una corriente desde hace tiempo que incide en que debemos viajar con responsabilidad y creo que tiene más sentido que nunca. En términos generales, se trata de cuidar el medio ambiente, ser respetuoso con los animales y favorecer la economía local, entre otros puntos. Y ahora, irremediablemente, se suma el viajar poniendo todo de nuestra parte para que el Covid19 no se extienda. Conceptos como viajar con mascarilla o la distancia social comenzarán a formar parte del viaje como cualquier otro elemento imprescindible.

Se trata de una actitud que llevamos mucho tiempo fomentando y por eso, creo que los que estamos concienciados tenemos ya una base para hacer extensivo este modo de viajar a la situación actual. Viajar con responsabilidad es ahora más importante que nunca.

Actitud para aceptar

Por último, me gusta pensar que la actitud viajera te lleva a aceptar. Aceptar cosas como la incertidumbre. A ello nos lleva, insisto en creer, estar acostumbrados a perdernos en un lugar nuevo, llegar tarde a coger un avión y encontrarnos con las múltiples situaciones que se dan en un viaje. Creamos mecanismos de reacción que nos preparan para adaptarnos más fácilmente a todo.

Además, aceptar también que viajar es mucho más que trasladarnos a un sitio y que antes o después, el viaje siempre llega. Aceptar que hay situaciones que están por encima de ello y que no somos el ombligo del mundo. Aceptar situaciones, diferentes realidades e imprevistos. Porque los viajes no son más que una representación a pequeña escala de la vida y esta es siempre una caja de sorpresas.