Dicen que Gadafi se la tiene jurada a los antiguos amigos que le han traicionado, sobre todo al francés Sarkozy, al que, según dice, pagó su campaña electoral con petrodólares. El hijo de Gadafi, Saif al-Islam Gadafi, afirma con descaro que “El payaso de Sarkozy debe devolvernos el dinero que le dimos para su campaña”. Ese pago incómodo y tal vez hasta delictivo podría ser la razón del radical cambio del gobierno francés, pero ¿y la razón del cambio de Zapatero? ¿Estará también relacionada con pagos en petrodólares? Nadie sabe nada, pero muchos están buscando las claves del cambio.
Zapatero era un admirador del líder libio hasta hace pocas semanas. La mejor prueba de esa amistad es la venta de más de 2.000 millones de euros en armas españolas al hoy considerado "dictador" de Trípoli, hasta hace poco tratado como amigo capaz de contener a los radicales islamistas en el sensible flanco sur del Mediterráneo. Además, Gadafi nos vendía una buena parte del petróleo que consumimos. En España y en el mundo nadie se cree que el "pacifista" Zapatero haya ido a la guerra en defensa de una democracia de la que en España apenas existe rastro. Si algo ha quedado claro en España después de siete años de "dominio" socialista, es que Zapatero es cualquier cosa menos un demócrata entusiasta. Zapatero es tan demócrata que nombra directamente jueces y magistrados, violando así el sagrado principio de la separación de poderes, tiene casi agonizante a la sociedad civil española, ha utilizado el dinero público para mantenerse en el poder, convive amigablemente con la peor corrupción de la historia moderna de España y ha aprobado leyes y medidas en contra de la opinión soberana de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Si eso es democracia, que venga Dios y lo vea.
¿Donde está ya aquel Zapatero pacifista, de mirada azul y del "No a la Guerra" que ganó las elecciones de 2004? El de ahora es un tipo distinto, atormentado quizás por sus fracasos, con cinco millones de parados y casi diez millones de pobres a sus espaldas, que pugna por ganarse respeto entre los más belicistas aliados de Occidente, un pobre hombre, en definitiva, al que ya nadie cree y que sólo provoca una mueca de risa e incredulidad cuando afirma que en Libia hay que defender a la población frente a un dictador.
¿Y a los españoles? ¿Quien defiende a los españoles frente a los estragos que les causa Zapatero?