¿Por santero merecía morir?

Publicado el 10 octubre 2014 por Jmartoranoster

Hindu Anderi.

No todos en el mundo o en este país, profesamos alguna religión o manifestamos una fe determinada, y ello no nos hace seres extraños o tenemos menos derecho que el resto, o somos más inteligentes que los demás. La humanidad está llena de seres que se inclinan por una u otra fe, o sencillamente tienen una relación distinta con Dios o con la vida y la naturaleza.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada en 1999, declara en el preámbulo:”Con el fin supremo de refundar la Republica para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural…”. Sólo éste párrafo concentra gran parte de la esencia de nuestra Patria, porque le da el reconocimiento merecido a las diferentes formas de pensar y a las distintas culturas que anidaron en este suelo. Incluyendo los negros o pueblos africanos que fueron arrancados de su tierra y traídos con todo y culto  por quienes, esgrimiendo una cruz, conquistaron este territorio e impusieron a sangre y fuego la religión con la que cubrían todos los crímenes que cometieron en contra de millones de seres humanos, que se conectaban con Dios a través del sol, de la luna, las estrellas, del viento, del agua; de los diferentes elementos que conocían y tenían al alcance, antes de que llegara la salvadora “civilización”.
Pero además, nos coloca en una discusión que tiene al menos 50 años y que inició precisamente la Iglesia Católica con el papa Pablo VI, quien publicó la encíclica Ecclesiam Suam, cuyo objetivo es la promoción del diálogo interreligioso. En 1964 se fundó además el Secretariado para los No cristianos, que invita u obliga a la institución católica a asumir la pluralidad y amplitud,  que la separa del oscurantismo y le abre los ojos hacia otras religiones y formas de asumir la fe.
A raíz de la promulgación de la Constitución, todas las religiones, las formas de fe o credos, se mostraron con mayor libertad, a pesar de que ya en el antiguo Ministerio de Interior y Justicia funcionaba una dirección de cultos. Ello hablaba de la libertad que se estaba alcanzando en el país y que cada día se iría afianzando. Así quienes practicaban las religiones venidas de la Madre África comenzaron a hacerlo francamente. En realidad la Constitución  en su artículo 59 reconoció el libre albedrío que tienen los ciudadanos para con su creencia o tradiciones. Garantiza a toda persona el derecho a profesar su religión y a “manifestar sus creencias en privado o público”.
A pesar de todo lo antes mencionado y de que nos encontramos en el siglo XXI, nos sorprende escuchar y leer juicios de valor, condenas y afirmaciones demenciales, que distan del respeto, la tolerancia y la comprensión hacia quienes piensan distinto, no sólo en términos políticos sino religiosos y que nos trasladan a tiempos de la llegada de los conquistadores a América o de las hogueras en la Europa del oscurantismo.
¡Bien hecho, por santero!
Luego del aberrante crimen cometido en contra del joven líder revolucionario Robert Serra, el pasado 1º de octubre, los factores de oposición irracionales han querido de cualquier manera justificar  que un muerto chavista vale menos que cualquiera de otra tendencia política, consideración natural en movimientos y sectas fascistas y racistas como el sionismo, el ku klux klan o tradición, familia y propiedad, para citar algunos.

Las religiones que hoy se encuentran en una encrucijada impuesta por el imperio, interesado en una guerra fratricida mundial y en el enfrentamiento de culturas y de la fe, han sido atacadas por estos factores ausentes de humanidad.
Afirmaciones en medios como: “Aquí existe el prototipo del ritual. Tan parecido al sacrificio con animales que práctica la religión Yoruba de la cual era adepto Robert Serra”; “…el crimen se perpetrara siguiendo pautas del ritual santero o palero que se aplica en casos de traición política que, tratándose de una religión, se asocia a una renegación del credo”; “Las circunstancias de este doble homicidio tienen tintes ceremoniales…dos de los involucrados estaban vestidos de santeros. No siempre es el caso, y cualquier muerte que despliegue crueldad inusual y signos de tortura debería ser valorado para descartar un posible sacrificio ceremonial. Algunos miembros del hampa y de los llamados “colectivos” también pertenecen a diferentes sectas”; “Robert Serra practicaba la santería y que personas relacionadas a esta práctica estarían incluso involucradas en el asesinato”, dan cuenta de la locura generalizada.
Y en las redes sociales frases además racistas como: “Brujería y santería que exacerbó Chávez en Venezuela sigue dejando sus secuelas. Ya estamos como Haití sumidos en el oscurantismo y miseria”;  “El Régimen honra a los muertos bailando salsa en Cadena Nacional! Eso es santería o religión? Pregunto”; “Señor, Sumerge al pueblo de Venezuela en tu divina Misericordia, no permitas que este gobierno siga satanizando al país, barre a la santería, brujería”; desdibujan la racionalidad y sindéresis que se supone debe haber en un momento de dolor e indignación como éste.
Ni el Nuevo Testamento, ni el Corán, ni los libros de las religiones budistas o hindúes; ni los 256 signos del oráculo por el cual se guían quienes practican las reglas de Osha e Ifá, hablan de sacrificios humanos e incluso, en la mayoría de los casos, los animales que son ofrecidos a los santos se cocinan para el consumo de los religiosos que participan en dichas ceremonias. Tales ritos macabros como holocausto humano, que sí practicaron los nazi admirados por nuestros sectores de extrema derecha,  son propias de seres dominados por la demencia y la maldad.
Robert Serra y María Herrera fueron víctimas de una macabra encomienda que como ya se ha dicho, tiene sus brazos en Miami y Colombia; relacionada con el ex presidente Álvaro Uribe, padre de las Autodefensas Unidas de Colombia. Ambos son víctima como tantos otros de un golpe de estado; de un paro a puertas abiertas, de una conspiración económica y mediática; de un plan para derrocar la democracia cuya construcción inició este pueblo de la mano de Hugo Chávez Frías y que hoy asume en su dirección con Nicolás Maduro.
La derecha para esconder su conspiración y golpe, pretende banalizar el macabro crimen; desprestigiar a los funcionarios de alto gobierno; asesinar moralmente al brillante diputado y enlodar todo cuanto vaya en beneficio de resolver este caso que ha conmocionado y dolido a los ciudadanos y ciudadanas de buena fe de esta Patria.
Hemos sido testigos de no pocas misas ecuménicas, donde las tres religiones monoteístas principales se han expresado públicamente, lo que demuestra el respeto que este gobierno y este proceso tiene para con todas las religiones.
Por ello el insulto que por doquier se difunde en los medios y redes, no es sólo en contra de los chavistas o revolucionarios fieles a esta religión, que además no está organizada o agrupada en una institución que la proteja de los ataques que reciben de personas e incluso de algunas otras iglesias. Las ofensas y acusaciones son también en contra de los santeros y santeras de oposición que también profesan tales cultos, desde hace muchas décadas atrás, cuando no se hablaba de Chávez.
Ciertamente Robert Serra no tuvo nunca ni temor ni razón en ocultar su fe. Entre los santeros, de oposición y chavistas, fue merecedor de admiración porque siempre salió a enfrentar las campañas que se hicieron en contra de su religión. Así como lo hizo con la Revolución desde cualquier espacio que ocupó.
En tal sentido, no dudamos en afirmar que detrás de todas estas miserables afirmaciones y frases está el odio y el racismo que se ha desbordado en sectores, que ven como sus enemigos a los pobres, a los reivindicados por el proceso,  antes excluidos por los regímenes de la derecha que está detrás de toda esta campaña.
No lo dicen abiertamente, pero lo que quieren afirmar es que Robert Serra se merecía la muerte por ser santero. Que por profesar y practicar esa fe debía morir. Terrible el nivel de miseria humana que hoy estamos observando en un sector enfermo del país. No en vano alguien alguna vez dijo, acertadamente,  que para atender a los locos fanáticos de la derecha, Chávez debió fundar también la Misión Loca Luz Caraballo.