Jess está más que ocupada con su hermano pequeño, Davey, que ahora vive con ella a tiempo completo. La estabilidad económica le ha permitido dejar el horrible parking de autocaravanas en el que vivió de niña y adolescente e irse a vivir a una casa alquilada que, no será ninguna maravilla, pero es una casa. Para ello, trabajó como camarera y de ayuda a domicilio. Consiguió estudiar marketing, hacer un máster y finalmente entró en uno de los viñedos más importantes de la zona a las órdenes de Honor. Incluso la perspectiva de tener su propia casa con porche empieza a estar más cerca de ser una realidad que un sueño inalcanzable.
Lo que tienen Connor y ella es perfecto: son amigos con derecho a roce y son independientes. Todo son ventajas. Además, con un pasado tan complicado, con la reputación que aún la persigue de "Jessica, la Facilona" y con Davey, que odia a Connor desde niño, no puede verse como esposa de éste. Su prioridad es su hermano, ese niño grande con un cociente intelectual que ronda los cincuenta puntos.
Pero esta vez, Connor dice que tiene que jugar a todo o nada. Si no quiere casarse con él, entonces se buscará a quien sí quiera. Algo más fácil de decir que de hacer, ya que nunca ha amado a otra que no fuera ella. Y puede que, tal vez, Jessica no esté tan segura como ella cree… Reseña El libro empieza tal cual, con la proposición de matrimonio, la negativa de ella y él dándole un ultimátum que sabemos que no será tal. A continuación sigue con seis capítulos (algo más de 100 páginas) en que se nos cuenta por flashbacks las distintas etapas de su relación. Desde el incidente que hizo que Davey odiase a Connor (sin merecerlo, claro), pasando por un par de situaciones para ver cómo era la vida de ella con una madre alcohólica, un padre ídem además de adicto a las apuestas y las idas y venidas con Connor. Una vez se vuelve al momento presente, queda ver cómo se desarrollará la historia entre ambos tras la proposición fallida.
A Jessica la conocimos un poco en el primer libro, Entre viñedos. Vivió con Levi en el parking de autocaravanas y, junto a otra chica, eran los parias del pueblo. Sufría la humillación de recibir la ropa usada de Faith y durante años la despreció por ser la "princesita", aunque en realidad tenía celos de su familia perfecta, de su vida resuelta y, más tarde, de su relación con el maravilloso Jeremy. Hacia el final del libro, las dos hablaron un poco y vimos algo más de fondo en ella. Luego, en el siguiente libro, La pareja perfecta, entró a trabajar en la parte de marketing en los viñedos y Honor acabó agradecida y reconociendo su buen hacer. No recuerdo que hubiese menciones a que cuidaba de un hermano menor con discapacidad mental, pero puede que sí saliese y se me ha olvidado siendo en esos libros un personaje muy secundario.
Personalmente, me pongo del lado de ella. Connor es consciente de que Davey le odia y tiene reacciones desmedidas y violentas cuando le ve. Antes de declararte y sabiendo que las rupturas anteriores fueron casi todas por eso, lo de ganarse al chico (como acaba haciendo durante el libro) era el primer paso. Visto en perspectiva, no tiene ningún sentido esa proposición y sólo parece pensada para tener una escena potente para empezar el libro y enganchar. También sabe que ella ha vivido en la pobreza, matándose a trabajar desde adolescente, mientras él ha tenido una vida bastante acomodada y sólo tenía la cruz de un padre que sólo tenía ojos para Colleen y que acabó engañando a su madre con una mujer más joven, todo cosas que ya sabíamos del tercer libro, Te esperaré solo a ti. No entiende lo importante que es la estabilidad económica, el que ella quiera tener su propio techo y no vivir con un hombre que, de torcerse la relación, la obligase a volver a empezar de cero sin un hogar al que volver. Y mientras que él, en los periodos en que no están juntos lo intenta con otras mujeres, ella se mantiene célibe. Sólo por Connor hace el esfuerzo de dejar a Davey con "canguros" o de buscar huecos entre trabajos para verle. Quiere estar con él, pero dentro de sus posibilidades. En lugar de intentar ampliar esas posibilidades, le plantea un ultimátum. Ajá.
En el primer libro, (va destripe), Faith se culpaba de la muerte de su madre en el accidente. Levi hizo una reconstrucción virtual y le demostró que era imposible que su madre hubiese evitado el golpe, que ella no tuvo ninguna culpa. Algo demasiado similar sucede aquí cuando Jess se culpa del estado de su hermano, que tiene Síndrome de Alcoholismo Fetal, la causa de su discapacidad metal. Sin embargo, Connor hace poco más que decirle que era una niña, que no es su culpa y, para convencerla... ¿tienen sexo? Le cuenta algo de lo que se lleva culpando toda la vida, algo que la ha llevado a poner a Davey por delante de ella para cualquier cosa... y eso es todo lo que se le ocurre. Vale que no hay mucho más que se pudiera hacer, pero esperaba algo más del hombre que la lleva amando 12 años. Algo. Tiene que ser el padre de ella, que lleva tres años sobrio y reapareció unos cuantos capítulos antes, para quitarle ese peso de encima.
De Connor, al margen de la relación con Jess, tenemos su visión de la relación con su padre, aunque casi todo lo que aquí se cuenta ya lo sabíamos del libro de Colleen, hay poco nuevo. Lo único es que Gail ("el Zorrón", ugh) primero intentó salir con él y luego se fijó en su padre... sabiendo que era su padre porque se lo dijo él mismo. Algo que es incongruente con lo que le contó a Colleen cuando al fin hablaron ambas. O ahí hizo que le mintiese o a la autora se le olvidó lo que ella mismo había escrito. En todo caso, un personaje que había acabado el libro más humanizada se pierde aquí todo avance. Aparte, también surge la idea de Connor de abrir una cervecería en el pueblo, cosa que no necesita con lo bien que va el bar, pero es otro hilo argumental para que haya interacción con Jess al encargarle a ella todo el marketing.
Luego, este libro vuelve a pecar de introducir un personaje odioso que, en este caso, es totalmente prescindible además. Si Hadley ya fue horrible en el anterior como exesposa de Jack, aquí Marcy, como rival amorosa y laboral de Jess, es insufrible. Aquella al menos tuvo su puntillo humano hacia el final, aquí es simplemente un recurso sin vida, ni gracia. De hecho, es el libro con menos puntos cómicos de toda la serie. Aparte de los piques entre Connor y Colleen, poco más.
Por otro lado, no hay nada en particular que marque el libro como final de la serie, pero lo es y habría agradecido algo que fuese un broche definitivo. Tal vez una celebración en los viñedos que supiese a despedida. Al menos sí que hay un buen número de pequeñas apariciones de los protagonistas anteriores así como se cierran algunos hilos, como la nueva pareja de la madre de Connor, pero falta algo más para ser un cierre.
En definitiva, aunque hay algunos buenos momentos, me parece que es el peor libro de la serie. Hasta ahora el puesto se lo llevaba el tercero que tenía de protagonista a Colleen. Al menos ese libro tenía todo el tema del tío de Lucas y el romance secundario de Paulie y Bryce con un enfoque cómico. Aquí todo gira alrededor de ambos protagonistas y me ha resultado bastante cansino. Es el libro de la serie que más me ha costado terminar y por momentos se me ha hecho cuesta arriba. Ni me ha sacado risas, ni me ha tocado la fibra sensible como para que se me escapasen unas pocas lágrimas.