En este viaje nos acompañaban también mis padres y quería llevarlos a un sitio especial. Nos alojamos en un acogedor apartamento para cinco personas con vistas al Lago Weissensee, a cinco minutos de Füssen y por tanto de los Castillos reales de Neuschwanstein y Hohenschwangau. El lugar prometía pero cuando llegamos ya había oscurecido. Lo primero que hice a la mañana siguiente fue dirigirme hacia la terraza y apartar las cortinas para ver con luz de día si el paisaje que había admirado en fotografías no sería un montaje publicitario. ¡Nada más lejos de la realidad!. No puedo describir la primera sensación que me causó aquella imagen de auténtica postal.
Ya de nuevo con los pies en el suelo, planeamos ir hasta Munich pero haciendo un alto en el camino para visitar la Iglesia de Wieskirche, una iglesia en plena naturaleza que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983. El viaje transcurrió entre prados escandalosamente verdes y bosques multicolores. La iglesia de Wieskirche se levanta en una pequeña colina rodeada de prados donde pastan tranquilamente algunos caballos. Su modesto exterior esconde una rica decoración rococó que inunda la totalidad del templo.
No está permitido sacar fotografías, por lo que las del interior que aquí se muestran no son propias.
Tenía muchas ganas de volver a Munich. Había visitado la ciudad en 1984 durante el viaje de final de estudios a Alemania. Para mi significó entonces mucho más que un simple premio a los cinco años de carrera; era la primera vez que – salvo los fugaces viajes a Andorra – cruzaba la frontera. Quizás aquel viaje fue el culpable de mi pasión creciente por recorrer mundo. Lo que sí es cierto es que allí se me abrieron de tal manera los ojos que aun no me he atrevido a cerrarlos y a partir de aquel mes de junio de hace ya 25 años se despertaron en mi una serie de inquietudes que alteraron significativamente mi escala de valores.
Ya en Munich y a pesar de ser un sábado, el tráfico estaba muy espeso. Cuando pudimos salir del atasco, dejamos el coche en un parking céntrico y cruzamos Kalstor o antigua puerta de entrada a la ciudad, que se encuentra en la Karlsplatz.
A escasos pasos de la plaza se encuentra la Iglesia de San Pedro o Peterskirche, la más antigua de la ciudad, construida en el año 1180.
La ciudad abarca una gran superficie donde destacan los jardines y zonas verdes. Al bajar de San Pedro seguimos paseando por las calles cercanas fijándonos en las bonitas fachadas e intentando no perder detalle.