Mañana, aquí, es la jornada de reflexión previa a las Elecciones al Parlament de Catalunya. Y, aunque no me gusta hablar de política (¿o son solo los políticos actuales, los que no me gustan?), creo que lo que está en juego en cualquier voto en la urna es la posibilidad de mejorar nuestra propia vida y nuestra sociedad! Y eso es tan importante, como lo es la responsabilidad personal de comprometerse e ir a votar, aunque ese voto sea en blanco…
Y aunque esta reflexión es para todo momento y lugar en el mundo, específicamente en Catalunya, en estas elecciones no solo se vota por el partido que ha de gobernar los próximos 4 años, sino se vota -de forma velada o no tanto- la posibilidad -¿o necesidad?- de iniciar un nuevo camino y empezar a andar. El nuevo camino es el derecho a decidir si seguir perteneciendo a España o la autodeterminación como nuevo país independiente. Sin duda, la cuestión no es -como dicen los políticos durante la campaña actual- la posibilidad o no de ese derecho inapelable a decidir, si no el resultado de ese posterior referendum necesario y cómo llevar a término su resultado, ya sea crear un nuevo Estado o cómo seguir formando parte de España, de manera más armoniosa y necesariamente más justa para ambas partes! En todo caso, el pueblo debe decidir y luego los políticos deberán tramitar el cómo y cuándo…
Pero, aunque la oportunidad es única, pues el momento invita a cuestionar las viejas normas y formas, buscando fórmulas innovadoras -aunque sean transgresoras e incómodas para muchos instalados en su zona de confort- que hallen una posible vía alternativa, pero, sobre todo, invitando a la participación de la gente y a su derecho a decidir por ellos mismos lo que quieren o no. Siempre he pensado que los políticos con sus normas, leyes y estructuras están para servir al ciudadano, no para ahogarlo y supeditar su vida a éstas!
Pero también es verdad que este singular, delicado e histórico momento, puede quedar empañado por una cuestión de fondo, aunque esencial. La gente empieza a manifestar su duda hacia un Sistema imperfecto, inhumano y corrupto y, como consecuencia, a sus actores los políticos que nos han traído hasta aquí! Y seguramente es una duda más que razonable y que necesita una urgente solución! Pero aquí y ahora, hay algo verdaderamente relevante que es la mayor participación activa de la juventud, después de demasiados años de vacío, apatía y abstención, lo que para mí es garantía de su involucración y empeño en cambiar las cosas en este nuevo mundo que, entre todos, debemos día a día crear…
¿Creemos hoy aún en el Sistema, en los políticos que nacieron con él y, sobre todo, en su flexible cintura política para manejar un nuevo escenario en el que, tal vez se requiera cambiar el viejo modelo e iniciar uno nuevo, viable, sostenible y, sobre todo, recuperando la humanidad, la participación responsable y, como consecuencia de todo ello, la ilusión?
Personalmente creo que nuestros políticos -del signo que sean y a nivel mundial- no están en condiciones de reinventarse, tal como lo estamos haciendo los ciudadanos durante esta crisis, no solo para subsistir sino, en lo posible, mejorar. Tienen demasiado lastre detrás, es decir, cosas oscuras que ocultar, mala gestión que admitir y voluntad por mejorar las cosas que demostrar!
Pero nosotros los ciudadanos también tenemos algo importante que cambiar, en nuestra vida personal y en nuestra manera de vivir en sociedad! Debemos aprender del pasado y olvidarlo, dejando que se haga evidente el presente y la realidad, tal como son y ya sin miedo; debemos saber manifestar en voz alta lo que queremos o no para nuestra vida y nuestra sociedad; y, por último, debemos comprometernos personalmente con nosotros mismos, las demás personas que nos rodean y con la sociedad para participar en el cambio, protagonizándolo, exigiendo nuevas maneras de hacer a nuestros políticos y reclamando canales efectivos para colaborar espontáneamente con ellos y así ayudarles a actuar responsablemente… y no solo ante cada nuevo periodo electoral!