Vetusta Blues. –
Leo con estupor la propuesta del Consejo de Patrimonio Cultural de Asturias de acentuar los trámites, los permisos y dilatar los períodos de tiempo para todas las actividades culturales en el Oviedo Antiguo. ¡Hasta seis meses de adelanto para conseguir un permiso!
Uno no sabe si esto es un globo sonda a la busca de reacciones como la de este artículo o si, realmente, se creen de verdad todas estas “medidas”, más propias de una novela de Jozef Kafka (“El proceso”, por si los atribulados gestores culturales no la conocen) que de una realidad que estalla ante sus narices sin que sean capaces de verla, bien atechados en sus cuarteles (despachos) de invierno.
Observando la contumacia con que odian la vida cultural en la ciudad de Oviedo -a la sazón capital de ese Principado de Asturias que dicen representar- uno sólo puede pensar mal. Muy mal. ¡Cómo no hacerlo a la vista de su persistencia en mantener la ruina de la plaza de toros de la ciudad secuestrada con el bic desde hace años! ¡Cómo no hacerlo cuando jamás se han manifestado contra el deterioro de los chalets de La Vega! ¡Cómo no pensar mal cuando les importa un pito que todo el Oviedo Antiguo se llene de pintadas sin manifestar ni una sóla palabra contra eso! ¡Cómo no creerlo ante el abandono de la muralla medieval o del pésimo estado del martillo de Santa Ana! De los monumentos prerrománicos no hablamos tampoco, ¿no?
Sí, no se preocupen. La culpa de todo la tiene la música en vivo, el cine y el teatro en las plazas del Oviedo Antiguo, el tratar de conseguir una programación de actividades para la ciudad que la reactiven no sólo ante los ojos de los propios ciudadanos sino como un atractivo turístico, que Oviedo lidera a pesar de todos los pesares.
No, prohibamos. Pero no la lacra del botellón, que sí es una molestia tanto para los residentes como para la convivencia e incluso para quienes desean vivir la noche sin tener que buscarse una pelea en cada esquina. No, no, no. Propongamos la ruina. El silencio. Que las campanas redoblen –a golpes de muerto silente- como en la Vetusta de una nueva Regenta.
No, señores del atribulado Consejo de Patrimonio Cultural de Asturias, estas actividades no representan ningún peligro para eso que dicen defender. Ya hemos visto cómo protegen a la plaza de toros de la ruina, al Oviedo Antiguo, a los chalets de La Vega. Señores y señoras, no dan el pego. Les ciega su feroz odio a lo que es Oviedo. Quizás más a lo que representa. ¡Ah, “puta” capital! Y, por eso, prefieren que la ruina y la podredumbre se apoderen de la ciudad, de mi ciudad. Que no venga nadie. Que el Oviedo Antiguo se convierta en un mausoleo, o, quizás mejor, en una ciudad dormitorio. Que Oviedo sea una ciudad muerta y ruinosa. Gracias, Consejo de Patrimonio Cultural de Asturias, ya sabemos que sus deseos son un Oviedo muerto, decrépito y podrido. Y, mientras tanto, para qué preocuparse del abandono de la muralla medieval o del martillo de Santa Ana. Esos ya están como ustedes quieren: en un Oviedo muerto, decrépito y podrido. Su Oviedo en ruinas soñado. Silencioso, como en la novela de Clarín.
MANOLO D. ABADPublicado en el diario "El Comercio" el miércoles 24 de enero de 2018