Con ingenuidad, a mí me enseñaron que con esfuerzo y conocimiento, sin necesidad de fuegos artificiales, los resultados (positivos) venían solos. Por suerte, la mala leche me venía de chiquitita y algo me olía a quemado desde entonces. “Es que eres muy negativa”, me decían. Lo cierto es que yo sí apuesto por el esfuerzo y el conocimiento, pero no por los resultados, sino porque el camino me resulta mucho más interesante. Con esta “cosa” económica que nos afecta (a las clases media y baja mayormente) cada vez son más lo que se quejan sobre inútiles, enchufados y arribistas que ocupan los pocos puestos de trabajo vacantes. En las oficinas, los ambientes se han vuelto tan enrarecidos, con la amenaza de los despidos, que los buitres parecen haber anidado en la azoteas, con paciencia infinita, a la espera de nuevas presas. Pese a esta “estúpida” realidad que estamos bastante lejos de poder cambiar, sí es cosa nuestra cómo actuar, si decidimos o no dejarnos llevar por la corriente de lucha libre en el puesto de trabajo. Si optamos o no por someternos a reglas injustas o a situaciones extremas para que nos vean y nos saquen de la masa en paro. Lee Halpin, joven periodista británico (D.E.P. con sólo 27 años) consiguió, por fin, saltar a los medios de comunicación pero, por desgracia, no podrá sacarle rédito. Decidió demostrar su valentía al vivir como los sin techo, para realizar un reportaje. Así, de golpe, de las mantas de su casa a la fría calle. A los tres días lo encontraron muerto. Su objetivo principal no era denunciar la situación de los sin techo (que también) sino demostrar, al parecer, que tenía el arrojo suficiente para que Channel 4 lo contratara por un año. La vida por un trabajo. Qué tristeza.
Prefiero seguir con el buitre de la inseguridad que vigila mi cogote, al salir de la oficina. Mientras tenga vida me devanaré los sesos para encontrar un método que lo pueda engañar, para que no me ataque o, mejor aún, para que yo pueda huir de esas leyes económicas inventadas por una sociedad que se presupone avanzada y que, en cambio, cada día, lleva a la muerte por enfermedades curables o falta de alimentos y agua potable a miles de personas, con una indolencia pasmosa.
No son buitres, pero parecen estar conspirando…