En la Edad Media era habitual que las iglesias tuvieran pórtico. Su función era doble; por un lado protegían a los feligreses y por otro acogían las reuniones del Concejo. De ahí que dispongan de muretes (donde se apoyan las columnas) y poyetes para sentarse. Un pórtico pequeño, adosado a una casa, es lo que conocemos como “porche”.
Dado el origen medieval de nuestros pueblos, casi todas las iglesias serranas tenían pórtico. Sin embargo no abundaban las casas con porche, por el clima, y siempre eran de pequeño tamaño. Los viejos porches de madera están centrados sobre la puerta de entrada, con poyetes y puertas laterales a la leñera y/o un pequeño almacén (pueblos dorados). Los de nueva construcción son mayores y tienen otras funciones.
Tomar el sol, la tertulia, el canto de los pájaros y el paso del tiempo sin más, son otros alicientes de este peculiar porche, que en nada se parece a los de antaño, pero que cumple una función muy social.
Lar-ami
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