Entre los muchos textos y reflexiones que leo estos dias por facebook, istagram y blogs, he dado con esta que me ha tocado especialmente y quería compartirlo:
Queridos G y R,
Hace unos días, mis redes sociales se inundaban de corazones unidos a Barcelona.
Callé entonces. Callé los días que siguieron, con más fotos de Barcelona, con más "no tengo miedo" precedidos de almohadilla. Seguí callada.
Y durante mi silencio me asomé, como hago desde hace poco más de tres meses a vuestra cuna mientras dormís... y pensé que no tengo ni puta idea de geopolítica. Pensé que gracias a un sistema educativo en decadencia desde hace décadas, tampoco tengo repajolera idea de historia de las religiones. Pensé que tampoco entiendo media palabra de macroeconomía. Que mis conocimientos de bolsa son nulos. Que mi idea de mercado, es un sitio que huele a pescado. Con todo eso, me fui a tumbar, en la cama frente a la cuna, y os dije claramente que no pensaba opinar... porque no sé que es mejor. Porque no puedo decir que tengo la solución. Porque me parece difícil de cojones. Porque sería cualquier cosa menos un dirigente mundial. Pero que nada me parece más honrado que deciros la verdad ¡Qué paradoja!: "La verdad".
Y la verdad es... que no tengo miedo. La verdad es que estoy acojonada.
Siento pánico de dejaros un mundo que se odia. Tengo miedo de no llevaros a una cabalgata de Reyes porque no hay bolardos en el recorrido. Tengo pavor de meterme en el metro y que un despistado se deje una mochila. Tengo miedo de dejaros un planeta enfermo por nuestra codicia. Más miedo me da que enfermo signifique moribundo, mientras los polos gotean.
Me aterra pensar que libraremos las mismas guerras que nos sangraron hace siglos, como si el tiempo no sirviera para nada. Me asquea dejaros un mundo en el que os roben vuestros dirigentes por sistema. Me da miedo que viváis en un país que blinde sus fronteras. Pero más miedo me da que os maten mientras hacéis turismo, y que encima lo hagan en nombre de Dios. Sea el que sea. Igual que me aterra que visitéis un país teniendo que leer en sus calles que os vayáis a casa: tourists go home.
Me asusta pensar que podríais dejar de comer para gustarle a un mundo al que le dais igual. Tiemblo con imaginar que quizás haya animales que nunca llegaréis a ver por nuestra culpa.
Me da pánico dejaros un planeta donde se suicidan niños por la presión de sus iguales, donde se matan mujeres, donde se extorsiona a padres, donde se maltrata a quien te cría, donde se margina al que folla con quien le parece.
Y sigo, porque no sé con que cara explicaros, que aquí se imponen idiomas, se levantan barreras, se atropellan viandantes con furgonetas y camiones, se insultan en los parlamentos y se roba al que trabaja. Aquí, también, se pegan por el fútbol. Se apuñalan por colores. Se trafica con la vida.
Me da miedo.
Y ahora, ya de pie y frente a la cuna os digo, que a mí me da miedo todo esto... pero más miedo me da pensar que, mientras yo pienso en todo esto, con mi habitación a veintidós grados, con mi ropa, con mi colchón de latex, con vuestra infinidad de juguetes repartidos por la casa, con vuestro biberón preparado... hay demasiadas personas a las que les da miedo no tener nada que llevarse a la boca mañana. Hay personas a las que les da miedo no saber si seguirán vivas mañana. Pero de eso, no me he acordado en instagram esta mañana cuando he leído #yummie, #instafood, #vacaciones, #playita, #barcelona, #running, #home.
Es más, he subido vuestra foto, sin pensar que en este mundo que os dejo, también hay depravados y he tecleado gilipolleces precedidas de una almohadilla. Pero son mis gilipolleces y me han hecho feliz. Un rato aunque sea, porque sí hijos, en este planeta que os dejo, todo dura solamente un rato, normalmente corto, porque luego siempre queremos otra cosa. Sin importarnos cuanto daño hace que podamos adquirir esa cosa, a nuestra casa: esa bola a la que llamamos Tierra.
Con todo, me vuelvo a sentar. Temblando de puro pánico.
Y recuerdo que en este puto mundo que os dejo, además de todo eso también existen personas que curan el cáncer, que trasplantan corazones. Personas que lo dejan todo por ayudar a otros: frente a su portal o en el cuerno de África. Que de este planeta es también Alejandro Sanz y sus canciones. Leonardo Da Vinci. Sabina y su pluma afilada. Los maestros de vocación. Cervantes. Joel Dicker. Que en esta misma tierra vivió Mandela. Mi vecino Pepe que cuidaba gatos sin techo. Chillida. Borges. Los que crearon los cohetes para ir a la luna. Gloria Fuertes. Los abuelos. Santa Teresa. Mickey Mouse. Shakespeare. El caldo casero. Las enfermeras que nos cuidaron cuándo nacisteis. Rafa Nadal. Los cineastas. Marie Curie. Bomberos. Neruda. Vosotros.
Vosotros y todos los niños. Que no entendéis de color, de guerra santa y diabólica, de orgullos heteros y homo, de tú aquí y yo allí, de independència, de inputs y outputs, de inflación, corrupción, y tráfico. De sexo débil. De cuentas bancarias. De cuentos chinos.
Estáis vosotros.
Dándole sentido a todo.
Motivándonos para encontrarle una solución a todo esto.
Porque, de verdad os lo digo, no quiero un bolardo, quiero poder llevaros a ver la tierra que no deberíamos cargarnos y que empezó a morir el día que inventamos el dinero.
Y os pido, no seáis como nosotros: darle valor a la palabra VALOR. Quitádselo al poderoso caballero, y vivid. Vivid sin miedo a que os maten. Vivid sin miedo a matar al sitio donde vivís. Vivid sin dañaros y sin dañar a los demás. Y tened hijos sin miedo a dejarles un cajón de sastre como el que os estamos dejando. Pero hacedlo de verdad, no como yo, con una almohadilla y un mensaje. Hacedlo desde dentro y hacedlo todos. Vosotros y los demás niños de todas las cunas del mundo.
Vivid sin tener que decir: tengo miedo. Y perdonadnos, por esta locura que os estamos dejando.
Hacedlo por favor, porque a nosotros ya se nos ha ido de las manos.
Yo por mi parte, pienso dar el resto para intentar enseñaros a hacerlo lo mejor que pueda.
Os quiere,
Paula Llodrá