Porqué corro

Publicado el 04 febrero 2012 por Cluisa



Comencé a correr cuando me divorcié. Sí, suena raro, pero me divorcié hace años, ya no recuerdo si a los 23 o 25 o antes (tengo 31), digamos que a los veinte y tantos. Cuando todo terminó o mejor dicho, cuando me vi en la calle sin lo que había sido mi entorno.  Tenía mucha ansiedad, rabia y tristeza. Demasiada.
No hallaba donde meterla, donde ponerla, como sobrevivir con ella.
Siempre había hecho deporte: iba al gimnasio, caminatas, pesas, pero nada tan contundente como correr.
Sola y triste tenía mucho tiempo libre, había perdido de la noche a la mañana mi casa, mis muebles, mi esposo, todo. Dormía en un cuarto ajeno, en una cama ajena, con mi mamá, luego de haber tenido casa y haber sido independiente. Tragedia total, al menos para mí, aunque todo el mundo me felicitaba por haberme “liberado del peso” de un matrimonio, sufría sola y sin consuelo.
Así que para adaptarme, inicie una serie de caminatas en el Parque del Este, sin perspectivas de nada, sin propósitos, solo como un modo de pasar el tiempo, de no pensar, de no estar aquí.
No recuerdo haber sufrido tanto como en esos tiempos. Tampoco recuerdo haber sido tan disciplinada como en ese momento.
El deporte me ayudó a evadirme, a quemar el tiempo y a fluir, a esperar una reconciliación que nunca llegó.
El deporte era mi droga, mi vicio. Me volví muy flaca, tuve la condición física mejor de mi vida, conseguí sentirme como siempre había deseado: hermosa.
Al principio era poco, no tenia energía para hacer ni cinco minutos continuos, pero la constancia y la música me ayudaron a proponerme nuevas metas. Corría temprano, a las seis de la mañana y algunas veces corrí desde las 5. Me levantaba y como no quería estar despierta, salía a la calle y caminaba. Pronto comencé a correr, cada vez más, cada vez mejor, cada vez con más bríos, entusiasmo y confianza.
Así me fui acostumbrando, volviéndolo hábito, haciéndolo parte de mí. Ahora no puedo vivir sin correr,  es un modo de escapar, pero también de emocionarme, de alegrarme, de sentirme viva (suena cliché, pero es así).
Pero principalmente corro porque soy fuerte cuando lo hago, soy valiente cuando lo hago, soy mejor que yo misma cuando lo hago, siento que puedo hacer cualquier cosa, siento que el mundo está a mis pies, que nada puede detenerme.
Publicado Originalmente en: Chicas que corren.