Porque me gustaría que mis hijos jugaran a rugby

Por Tarrako @angelllcp
Del Blog de Phil que viene de otro blog (en inglés).
Cinco lecciones que el rugby me enseñó sobre paternidad
1. Cada equipo necesita un capitán.

Como en la mayoría de los deportes, los equipos de rugby necesitan un capitán. EL capitán señala las jugadas; habla con el árbitro; anima a sus compañeros y les lleva a la victoria. Así, cada niño necesita un capitán. Los niños necesitan que les dirijan. Necesitan a alguien que les indique las reglas y cómo reaccionar ante los obstáculos que deberán afrontar. Hace tiempo que se puso de moda la (absurda) idea de que los padres deben ser los mejores amigos del niño. No han de faltarles amigos entre los de su edad, así que lo que necesitan los críos es liderazgo, y si no se les proporciona, no se preocupen, porque seguirán el ejemplo negativo que se les haya ofrecido.
2. El trabajo en equipo es vital.

EL rugby es la más completa demostración de esfuerzo colectivo que existen en el ámbito deportivo. Hacen falta los quince jugadores para anotar y todos deben conocer la técnica de juego de sus compañeros.
Como padres debemos hacer un equipo. Eso implica, como capitanes del mismo, orientarles ante sus dificultades . No podremos resolover todos sus problemas, como el acoso en el patio del colegio o los arcanos incomprensibles de la conducta del sexo opuesto, pero debemos estar a su lado en esas circunstancias. Es nuestro trabajo oftrecerles liderazgo y compañía, escuchandio sus problemas y cuitas y señalándoles la luiz al final del túnel.
3. La firmeza es esencial.

La defensa en rugby es elástica. Las pérdidas de la posesión solamente tienen lugar cuando se cometen errores o se roba el balón. Un buen equipo puede ceder terreno siempre que no permita al ataque romper su línea de defensa y jugar detras de ella. La defensa es firme, pero no rígida. Una defensa rígida desaparece cuando se presiona duramente, mientras que una defensa firme se adapta, no se rompe. (Pura táctica militar, por cierto.)
Como líderes del quipo familiar, los padres tiene gran necesidad de firmeza. ALos niños no necesitan padres que cedan ante cualquier dificultad, pero tampoco tan extremadamente rígidos que no les permitan experimentar el fracaso en alguna oportunidad, así que si comen demasiado chocolate deben saber cuales son las consecuencias: la experiencia es generalmente la mejor maestra, así que si les protegemos de todo, nunca aprenderán por qué no se deben hacer ciertas cosas y nosotros abdicaremos de nuestro rol de líderes. Debemos establecer pautas para que nuestros hijos se guíen por ellas, así que habrá que buscar un justo equilibrio entre flexibilidad y rigidez.
4. Cuando te golpéen, levántate y sigue corriendo.
Un partido de rugby supone 80 minutos de acti8vidad continuada. Se ha dicho que el jugador de rugby necesita la fuerza de un luchador olímpico y la resistencia de un triatleta. Cuando placamos al portador del balón el juego no se detiene. El balón se libera y los demás luchan por la posesión y el placado se debe reincorporar de inmediato al juego.
Como padres cometeremos errores. A veces seremos demasiado rígidos y otras condescendientes en demasía y advertirlo nos hará sentirnos mal. Pero nunca es tarde para rectificar: hay que volver a la acción. Es lo que esperan los niños. Les enseña nuestra calidad humana y nuestra fuerza. Los fracasos nos hacen mejores jugadores de equipo y las rectificaciones mejores líderes. Si advierten nura perseverancia como padres, la querrán para sus vidas.
5. Compromiso durante todo el partido.

80 minutos y pocos cambios (desgraciadamente esto va cambiando). Todos defienden, todos atacan.
La paternidad nos exige el mismo compromiso, no hay opción, no se puede abandonar. Es cierto que muchas madres sólas han sacado adelante a sus hijos con éxito. Ahora bien (sin hacer otras consideraciones) imaginen cómo hubiera mejorado la vida de madres e hijos con un dedicado padre a su lado. Nuestros hijos nos necesitan durante todo el partido.
EL rugby es el deporte que más me ha satisfecho de cuantos he practicado, y ser padre lo que más en toda mi vida. Lo que aprendí en el rugby me hizo mejor padre: dirigir, ser jugador de equipo, firme y pronto a superar los obstáculos de la vida, estar comprometido hasta el final.