Porque no me gustan las despedidas... Alicante, Gijón y viceversa

Por Gracia Gracia Rodriguez @viajarcongrace

Llegué sin saber que me quedaría tanto tiempo, y me marché sin saber que sería tan pronto. Y así casi sin pensarlo, ayer cerraba una etapa de mi vida para hoy comenzar una nueva. Me he ido y aún no soy consciente de que no vengo de vacaciones, de que no es un viaje más, sino de que vengo para quedarme!
Irremediablemente, mi corazón está ya dividido entre Alicante y Gijón. Soy inconformista por naturaleza, lo sé, y cuando estaba en Alicante quería estar en Gijón, y ahora que estoy en Gijon sé que querré estar en Alicante.

¿Sabes de aquel que dice que uno no sabe lo que tiene hasta que lo "pierde"? pues un poco eso es lo que me está pasando. De un tiempo acá deseé dejar Alicante y volver, estaba cansada de esos inviernos fríos y húmedos que mis alergias llevan tan mal. Sí, el tópico ese de que en levante siempre hace bueno y calor, no es del todo cierto. Estaba cansada de la cultura centro comercial que hay los fines de semana ...Y a donde vamos? Pues no sé, una vuelta por el centro comercial??! Ay, no!!! Desgraciadamente esto existe cada vez más en todos los sitios, y Alicante no es la excepción. Estaba cansada y desilusionada con mi trabajo, que pedía un cambio a gritos. Estaba cansada... de tantas pequeñas e ... insignificantes cosas (ahora me doy cuenta) Pero no siempre fue así, porque hubo algún tiempo en el que olvidé esa sensación de querer volver.

Por otro lado, estaba la tierra que siempre tira, y es que los asturianos tenemos algo en la sangre que... será de sidra? Eché de menos el verde de mi tierra aunque ya sé que eso tiene un precio que se llama agua, y del que probablemente acabe hasta las narices. Eché de menos y envidié a las amigas, que como yo, se marcharon buscando trabajo, y poco a poco consiguieron volver. Eché de menos playa y montaña en un 2x1. Eché de menos... tantas cosas, que últimamente cuando volvía a Gijón me costaba cada vez más volverme a ir.
Por todos estos, y otros motivos personales, llegó el momento de la decisión y de probar suerte. Así que antes de empezar el viaje por Asia y puestos a más cambios en nuestras vidas, pedí traslado como aquel que compra la bonoloto, con el "por sí acaso" en la mente, y mira tú por dónde nos tocó el Gordo! Si después de los 180 días en Asia, se trataba de volver para salirnos de nuevo de nuestra zona de confort, desde luego no se nos hubiera ocurrido una mejor forma de hacerlo. Sin embargo, la noticia que se suponía sería alegría, de repente se convirtió en nostalgia, pena y añoranza. Confieso que cuando me enteré de viaje, y con la diferencia horaria que me pilló de noche, a penas pude dormir de los nervios. Estaba tan contenta como triste a partes iguales, y sí, no pude contener las lágrimas. Entonces empecé a pensar en todos esos momentos buenos que me dio Alicante. Me acordé de los paseos por el Postiguet y por el puerto, en los que da igual la época del año, porque siempre huelen a verano. La imagen de ese castillo que preside y vigila, noche y día, la ciudad desde lo alto. Esas paellitas o arroces a banda que nos comíamos frente a la playa y con la cervecita en mano, celebrando lo bien que se estaba todo el año. El olor característico a pólvora de les Fogueres de Alacant, al que una se vuelve adicta como si fuera una yonki al pegamento de cola. La playa en verano, en invierno, en otoño y en primavera!

La cantidad de días de sol al año, que son energía al levantarte, y las puestas de sol que me despedían en tantas ocasiones cada día al llegar a casa, obligándome casi a sacar el móvil para inmortalizar el momento. 
Antes de irme quise buscar un sitio bonito para despedirme y desde donde verte bien. A lomos del monte Benacantil, se encuentra el antiguo barrio Santa Cruz, con sus pintorescas casas blancas llenas de macetas y flores. Subí las estrechas y empinadas calles, por donde los habilidosos costaleros bajan el Cristo los días de procesión en Semana Santa, y llegué hasta el punto más alto, la Ermita de Santa Cruz. A un lado se divisaba el castillo Santa Bárbara, abajo el barrio San Antonio, donde quemamos tantas y tantas noches alicantinas, y que ahora sustituimos por los sábados de tardeo en el Mercado. Al fondo el azul del mar se juntaba con el azul del cielo, y no sé por qué nunca te vi tan especial como ese día...


Después de 15 años, de casi media vida en otra ciudad, volver es.... darte cuenta que una ya no sabe realmente de dónde es. Supongo que será cuestión de tiempo y de adaptarnos, y últimamente hemos practicado bastante eso de cambiar- adaptarse - partir , en este orden y siempre en bucle, así que no puede ser tan duro... 

Lo siento, no me gustan las despedidas, así que no puedo decirte adiós. Además sé que volveré pronto y frecuentemente, aún nos unen cosas materiales y personales. Sé que con el tiempo lo material dejará de estar, pero lo personal, amigos y familia, seguirá estando siempre ahí. 
Cuidado con lo que puedas volver a desear, porque aunque lo digas con la boca pequeña se puede cumplir... Así que... todo vuelta a empezar... Hoy me dejo los deportivos en casa y me pongo las playeras, y cuando llegue al cole cambiaré el sacapuntas por el tajalápiz, para escribir en vez de con el portaminas con la lapicera...

Muchas gracias por todos estos años,y por prestarme lo que más quiero.En el corazón te llevo, 
                            Hasta Lueguín Alicante!