Consciente o inconscientemente equiparemos productividad a “gestión del tiempo”. La programación intensiva de la jornada de trabajo, segmentándola para dedicar cada capsula de tiempo a una tarea. Un concepto propio de la era industrial donde vivíamos en un entorno estable y las responsabilidades estaban bien definidas. Nada que ver con los entornos VUCA en los que estamos inmersos.
El tema responde a una necesidad, a un problema gestado en silencio y que cada vez es mayor. No se trata de organizarse o de obtener resultados va de tu bienestar.
Asociamos productividad a producir más y mejor. Trabajar más, asumir más responsabilidades, algo cercano a la definición economicista de obtener el mayor valor con el menor número de recursos invertidos.
Productividad suena a trabajo y no mola, no engancha, no genera un interés en el gran público. No motiva a saber más sobre el tema.
La productividad está más cerca de términos como conciliación que producción.
Hacer las cosas adecuadas para crear un estilo de vida que equilibrado y a la vez que nos aleje del estrés.
Tenemos un problema y no nos damos cuenta
Sentirse sobrepasado de forma continuada, vivir en continuamente con sentimientos de frustración o en un estado permanente de mal humor, por no hablar del estrés o de la fatiga acumulada durante la semana …
¿Quién no lo ha vivido? Puedes vivirlo de forma puntual y retornar a una rutina calmada. Se convierte en un problema cuando el estado descrito pasa a ser lo habitual.
Quizás es uno de los síntomas, tal vez sean varios, cada uno de nosotros es un mundo aparte pero con un diagnóstico común. Hay algo en mi vida que no funciona. Pero no somos capaces de llegar a esta conclusión. ¿Por qué?
Porque miramos a nuestro alrededor y nos damos cuenta de que todo el mundo está igual. La anomalía se ha convertido en una nueva normalidad, hemos convertido el estrés y la insatisfacción en el estilo de vida más común de nuestra época.
Para solucionar un problema primero tienes que ser consciente de que lo es.
¿Cómo hemos llegado aquí?
Vivimos en un mundo de cambio permanente, liquido e hiperconectado. No nos hemos adaptado a la nueva realidad. Ni los nómadas digitales ni los llegados a él por inmersión.
La tecnología no es el problema, es el medio que marca la nueva realidad. El cambio constante, la volatilidad … No tienes un plan para toda tu vida porque no lo puedes tener. En un mundo líquido ya no hay nada seguro y eso genera desasosiego. No nos gusta perder el control.
No poder crear un plan detallado a largo plazo porque no sabemos cómo será este largo plazo
A nivel micro la conexión continua a la red favorece un debilitamiento de la capacidad de atención abriendo la puerta a interrupciones constantes y el arraigo de malos hábitos que ralentizan o detienen el flujo de actividad.
Menos foco en lo que haces y mayor intermitencia equivale a una menor calidad en los resultados y un mayor estrés.
Por no hablar de la incidencia en la salud del individuo. La exposición continua a la luz azul de las pantallas disminuye los niveles de melatonina en el cuerpo, afectando al ciclo de sueño y descanso. ¿Cuántas horas duermes al día? ¿Te levantas descansado?
¿Y qué hacemos?
- Ser conscientes del problema. El entorno de angustia y agotamiento en el que vivimos no es normal, entenderlo nos moviliza para encontrar una solución. Pasamos a un estado proactivo, de acción.
- Entender la efectividad personal como una mejora de la calidad de vida. Una vía para retomar el control de nuestra vida ordenándola y equilibrándola.
- Interesarnos por las fuentes de conocimiento que surgen a nuestro alrededor. Blogs, libros, seminarios, cursos … que hablen sobre eficacia para seguir aprendiendo.
- Llevarlo a la práctica empezando por cambios a pequeña escala. Empieza por detalles, pequeños puntos de fricción de tu rutina que la dificultan o la perjudican. Con pequeñas victorias ganas seguridad.
¿Y yo que hago?
Continuar escribiendo y divulgando para transformar la creencia de que productividad personal tiene más que ver con el rendimiento de la persona que con su calidad de vida. Crear una oferta de contenido para intentar captar el interés del lector y generar demanda.
Un cambio a nivel de sociedad implica un cambio de cultura. La suma de cambios individuales, la visualización del problema, ser consciente de la existencia de otra forma de hacer las cosas puede crear oportunidades para un cambio de mentalidad más amplio.
Cada vez hay más gente que escribe, habla y trabaja para mejorar la eficacia personal de las personas. Semestralmente algunas de estas personas nos reunimos en el evento #cafeyproductividad para intercambiar ideas. Este artículo quiere transmitir algunas de las ideas aallí debatidas