Mis hijos se pelean entre ellos y confieso que intervengo. Estoy convencida de que son momentos donde podemos enseñarles de amistad, de perdón y de solidaridad, entre otras cosas
Mis hijos no se pelean mucho. Con tres varones y una nena, ya es mucho decir. Creo que en la relación entre hermanos se basan los cimientos para los tipos de amistad que tendrán con sus amigos, por eso me importa mucho cómo se tratan, cómo se cuidan, qué palabras usan entre ellos y sobre todo cómo se piden perdón.
Algo que no permito es que se insulten, se digan cosas espantosas o se humillen entre ellos. Más allá de que sean hermanos, me parece que siempre debe haber respeto por el otro. Todas esas palabras impactan en el desarrollo de cada uno de los chicos. Aunque nosotros sepamos que no son en serio, para ellos, en ese momento, lo son.
Trato de fomentar la solidaridad entre ellos. Tengo claro que las edades diferentes hacen que puedan realizar cosas distintas, pero eso de denigrar al más pequeño porque no logra pasar de nivel en un juego con la computadora como el más grande me molesta. Intento poner perspectiva, hablarles a los mayores para que entiendan que ellos también fueron niños más pequeños y que a la edad del menor hacían exactamente lo mismo. Les digo que lo ayuden, que no se burlen, que le expliquen y que si no entiende no es una buena solución decir lo mismo cada vez más fuerte y que tal vez es una cuestión de explicarlo de otra manera.
En mi casa, compartir es un requisito básico: somos muchos y los espacios, artefactos y juguetes son pocos. Me parece bien que así sea, porque el saber esperar se aprende con la práctica. Que ellos logren entender que el turno de cada uno de ellos va a llegar me parece que es una de esas lecciones que forman carácter y quedan de por vida.
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