Jueves, 25 de noviembre de 2010
No sé cuantos de vosotros, lectores cada vez mas numerosos (los hados nos deben acompañar), subían los hombros en un intento de ocultar su cuello cuando, en televisión española aparecía el Conde Drácula. Yo lo hacía, cosas del miedo irracional cuando es pequeño. Porque si algún personaje ha causado pesadillas que me impedían descansar a pierna suelta, ese ha sido el maldito Conde.
Reconozco que pasó bastante tiempo hasta que la portada llegó a mis manos, aunque juraría que en algún momento de mi infancia, tuve la oportunidad de pasar miedo hojeando algunas páginas en blanco y negro de La Tumba de Drácula. Casi lo hací de soslayo, disimulando, no fuera que aquellos ojos se fijaran en mi tiernecito cuello.
La verdad es que, la portada, ya hablamos de ella, tiene todos los elementos de peli de terror de la factoría HAMMER; Belleza rubia indefensa y a merced de los poderosos brazos del Conde, niebla que hace a la noche mas oscura y un castillo al fondo. Un paisaje en el que uno espera no encontrarse en su vida. Si nos fijamos mas en ella, veremos el sensual escote y la corta falda, que hubiera inflamado a la censura española de los cincuenta y sesenta. El Conde, por su parte, muestra su lado mas salvaje, retándonos a entrar en el cómic. Nos enseña los colmillos, marcando el terreno.
Juro que alguna noche no pude dormir, pensando en que tendría una visita nocturna no deseada. Claro que eran años de inocencia.