Los últimos días han sido bastante complicados. Entre una lista (demasiado) larga de contratiempos de lo más variopinto puedo destacar los gripazos de ambos niños, primero el mayor y luego el pequeño (que aún está bastante pachucho). Eso me ha hecho pensar, sobre todo en las últimas noches paseo va paseo viene en la oscuridad de la habitación, en hasta qué punto el porteo se ha convertido en algo esencial para desenvolverme. Si ya de por si las cosas son complicadas en el día a día y se han puesto más difíciles aún en estos días, sin la ayuda de un portabebé no sé qué haría.
Es lo que yo llamo porteo indoor: ponerse el portabebé por la mañana y no soltarlo hasta la noche, con independencia de si vamos a salir a la calle o no. Obviamente ya con casi ocho meses hay momentos en que a Bebé le apetece mucho estar en el suelo, gatear, ponerse de pie y hasta dar algún pasito, pero sigue necesitando muchos brazos y mucho contacto y estos días que ha estado hirviendo lo único que quería era estar pegadito a mi.
Si no hubiera tenido un portabebé a mano, la mitad de la semana pasada la hubiera pasado 14 horas sentada en el sofá con Bebé desmayao encima. Gracias al fular y al mei-tai, que son los dos portabebés que más he usado en estos días por su comodidad y suavidad (incluso haciendo piel con piel como forma de ayudar a bajar la fiebre), he podido seguir un ritmo de vida medianamente normal con Bebé hecho polvo bien pegadito a mi.
Aunque creo que quienes hemos probado el porteo ergonómico no necesitamos que nadie nos explique que los portabebés no son sólo para ir de paseo, veo a menudo que la idea que se tiene en la calle es que en casa no se utilizan, que no resultan necesarios. Seguro que todo esto viene, como siempre, de la mala opinión que tiene la gente de la practicidad de usar una mochila no ergonómica, y llevan razón, pues no hay quien la aguante 5 minutos seguidos, ¡como para llevarla todo el día en casa!. Pero basta con que alguien pruebe un portabebé ergonómico para encontrarle rápidamente veintemil usos prácticos indoor. No es que me vaya a poner a fregar los cristales (que poder, podría), pero perfectamente puedo barrer, cocinar, planchar, meter y sacar los platos del lavavajillas, hacer las camas…
Practico, de media, seis-siete horas diarias de porteo bajo techo. Sólo de pensar en hacer lo mismo con un bebé en brazos me tiemblan los brazos. Brazos de gelatina como dice Begobolas. Sin embargo, de esta forma no se me resiente ninguna parte del cuerpo: ni espalda, ni caderas ni brazos.
Sin duda, el porteo bajo techo constituye el principal uso que le doy a los portabebés. Esto no quiere decir que no los utilice para salir a la calle, pues ya expliqué que, por ejemplo, son un imprescindible para ir al cole con el mayor. Pero sí es cierto que tras muchas horas de porteo en casa, no es raro verme en la calle en solitario sobre todo si otra persona empuja el carrito de Bebé, ¡que también tengo que amortizarlo!.