Unos investigadores han mostrado que la postura del portero (arquero o guardameta) en un penalti podría determinar la percepción que el lanzador tiene del tamaño del portero e influir en su disparo.
En un penalti, portero y lanzador utilizan las más variadas estrategias para lograr sus contrarios objetivos. Ambos deben conocer bien a su adversario para localizar su debilidad, y es precisamente ahí donde conocer cómo funciona el cerebro puede marcar la diferencia entre marcar un gol o pararlo. Hoy veremos cómo podría ayudar a lo segundo.
El cerebro es un órgano especializado en comprender el mundo y organizar como nos comportamos en consecuencia. Para ello, el cerebro procesa la información que le llega desde los órganos sensoriales (oído, olfato, gusto, tacto, vista), compara esa información con la que ya tiene almacenada en la memoria y organiza una acción motora (es decir un movimiento) si es necesario. A pesar de su gran capacidad y sofisticación, el cerebro no es infalible y a veces nos engaña. Una prueba de ello son las ilusiones sensoriales.
¿Qué son las ilusiones sensoriales?
Son situaciones en las que lo que percibimos no coincide con lo que realmente está ahí fuera. Los investigadores que estudian cómo el cerebro procesa la información sensorial piensan que estas ilusiones son una consecuencia inevitable de cómo está organizado funcionalmente el cerebro, y por ello las utilizan como una ventana de acceso para descubrir cómo funciona el cerebro. Para el investigador, es como si fuera un mecánico que quiere entender por qué a un coche le vibra el volante cuando conduce a una alta velocidad. Aun cuando eso no ocurre casi nunca, es en esa situación límite como se manifiesta que el equilibrado de los neumáticos tiene un ligero defecto, o una particularidad del estado del vehículo. En el caso de las ilusiones del cerebro, no hay nada que reparar, sino que podrían aprovecharse de una manera muy peculiar, como veremos a continuación.
Hoy nos trae al caso la ilusión de Müller-Lyer. Se trata de algo muy sencillo. Es una percepción errónea de la longitud de una línea, cuando la línea está junto a otra como en el siguiente dibujo:
La ilusión de Müller-Lyer.
Esta ilusión se analiza en el laboratorio mostrando esta imagen a muchos sujetos y preguntándoles cuál de las dos líneas es más larga. Como aquí estamos en un laboratorio de divulgación científica, ¿qué te parece si hacemos este mismo experimento ahora? Es muy fácil, simplemente mira de nuevo el dibujo y responde mentalmente a la pregunta anterior.
Normalmente los sujetos responden que la línea más larga es la de arriba. Y es incorrecto, la longitud de las dos es la misma. Si no te lo crees mira este video
Unos investigadores estudiaron si esta ilusión podría utilizarse en situaciones de la vida real en el deporte y en particular cuando un portero se enfrenta al lanzamiento de un penalti. Si giramos el dibujo de arriba, entonces las dos figuras adquieren cierto parecido a dos monigotes, uno con los brazos levantados y el otro con los brazos junto al cuerpo. En ese caso, la ilusión de Müller-Lyer haría que el lanzador del penalti percibiera al portero mayor de lo que realmente es (si éste tiene los brazos levantados). ¿Cómo afectaría esta percepción al lanzamiento del penalti por el lanzador?
Para comprobarlo, los investigadores analizaron un juego en el que 24 estudiantes lanzaban un penalti de balonmano semi-virtual (el balón era real pero la portería y el portero eran una imagen proyectada sobre una pantalla). De forma similar a como sucede en el balonmano, la imagen del portero mantenía una postura fija y no se movía horizontalmente (aunque se les dijo a los lanzadores que el portero podría mover los brazos y las piernas para detener el penalti). Cada jugador lanzó 10 penaltis con cada postura del portero y el resultado fue muy curioso: cuando el portero tenía los brazos hacia arriba, el balón era lanzado más lejos del cuerpo del portero (5.7 cm al extrapolar a una portería de fútbol). Los investigadores concluyeron que los lanzadores estaban percibiendo un portero de mayor tamaño que podría cubrir un área mayor, y por eso alejaban más sus tiros. Es decir, los lanzadores estaban experimentando la ilusión de Müller-Lyer.
Según este experimento, los porteros deberían mantener los brazos hacia abajo para parecer más pequeños y lograr así que los lanzadores se confíen y tiren el balón más cerca de su cuerpo. Aunque en este experimento los porteros no se desplazaban horizontalmente (como si ocurre en el fútbol), sugiere que la postura del portero puede influir en el comportamiento del lanzador. Como los propios investigadores comentan en su estudio, un análisis de penaltis verdaderos lanzados en partidos de fútbol confirmaría si esto es así.
¿Ya te parece más normal que el cerebro te engañe? ¿Y que los penaltis son una lotería?
Referencia: van der Kamp, J. & Masters, R.S.W. (2008). The human Müller-Lyer illusion in goalkeeping. Perception, 37: 951-954.
Bioquímico, neurocientífico, divulgador, twittero, bloguero, y lo que va surgiendo.
@jviosca