Portfolio 15-MAYO / 15-JUNIO, 2015

Publicado el 15 junio 2015 por Juanjo85

  • El ruido y la furia (The sound and the fury, Martin Ritt, 1959. EEUU): excesivamente libre adaptación del poderoso y supuestamente inadaptable texto de William Faulkner, el cual toma forma de débil y en última instancia olvidable melodramón sureño sobre una familia de bien venida a menos, con una evidente falta de fuerza en su contenido, habiéndose mencionado ya su lineal forma (nada que ver con la novela). Realizada por el poco considerado y menos reivindicado todavía Martin Ritt, miembro prácticamente fundador de la conocida generación de la televisión y el cual, pese a la irregularidad reinante en su trayectoria como director, realizaría algún film destacable además de trabajar prácticamente todos los géneros.


  • Elizabeth: la edad de oro (Elizabeth: the golden age, Shekhar Kapur, 2007. GB & FR): eje central de una supuesta trilogía (de la última parte no hay noticias, habiéndose estrenado la primera ya a finales de los años 90) sobre Isabel I, reina de Inglaterra durante buena parte del siglo XVI, un siglo clave en la historia anglosajona y el cual se puede resumir en el conflicto religioso reinante en Europa (Catolicismo vs Protestantismo), la derrota de la “Armada Invencible” española (ojito con el retrato que se hace de los españoles; el acento y el perverso  y burlesco retrato de Jordi Mollá como Felipe II mejor ni lo comentamos ) y, culturalmente, en el florecimiento de una generación de dramaturgos y poetas que proporcionaría un prestigio universal a la literatura inglesa. Un film poco menos que infame en lo que concierne a rigor histórico, donde en su favor, y entre conspiraciones palaciegas y amoríos envidiosos, puede decirse que posee un sentido clásico de la superproducción de época de toda la vida, combinando lo espectacular con lo íntimo, consiguiendo así que el film se deje ver, además de un diseño de producción realmente cuidado y portentoso.


  • Los verdugos también mueren (Hangmen also die!, Frizt Lang, 1943. EEUU): uno de los films-repulsa del nazismo (probablemente no el mejor de esta serie pero admirable igualmente) que Lang- cineasta polivalente donde los haya (cultivó casi todos los géneros) y uno de los más admirados y prestigiosos de la historia del celuloide- realizaría durante la Segunda Guerra Mundial, por supuesto filmado ya en suelo norteamericano. Sus calculadas construcción y tono, cercano al documental pero con atmósfera de pesadilla, más su, como era lógico en él, expresionista fotografía, resaltada especialmente gracias a su remasterización, la convierten en uno de los films quizás menores de Lang (hablamos de un director monumental) pero cuyo valor está fuera de toda duda. La última escena (la del mensaje descodificado) es brutal.


  • Ravenous (Antonia Bird, 1999. EEUU & GB): una verdadera y diríamos que también mediocre (su trama roza lo sobrenatural) rareza, la cual podría definirse como un macabro western de horror sobre canibalismo donde un oficial de caballería norteamericano es enviado a un destacamento californiano a mediados del siglo XIX (unos años antes de la Guerra de Secesión), donde se verá involucrado en un espeluznante caso de canibalismo. Cinta falta de fuerza y de terror, dirigida por una cineasta ya desaparecida y que mostró más gancho con su thriller inmediatamente anterior, El rostro. Con todo, es lo suficiente rara como para satisfacer a fans de la sangre, y muestra algún momento de intensidad (la pelea final). Olvidable.


  • La ley del deseo (Pedro Almodóvar, 1986. España): otro relato de un Pedro Almodóvar con muy pocos pelos en la lengua (el cine español de la época todavía tenía muchos, como es lógico) todavía en fase experimental, aunque ya con ciertos rasgos bien y sutilmente marcados que marcarían su talento- a gusto personal, por supuesto- mezclando publicidad con vanguardia y el melodrama clásico con lo trash. Con alguna caída al vacío propia de su autor, pero también con una tendencia a la dispersión (algo evidente en un film con promiscuidad homosexual, transexualidad y droga como situaciones recurrentes, y más si está dirigido por quién está dirigido) ya menor pero todavía presente aunque con más sentido, en conjunto es un sereno y compacto melodrama, tanto en su desarrollo como en su trágico desenlace. Quizás su trabajo más conseguido desde que empezara su carrera.


  • Blackhat (Michael Mann, 2015, EEUU): un Michael Mann- cineasta tenido en buena estima por mucha gente y especializado en el género del thriller urbano- obsesionado por la imagen digital (desde hace una década rueda sus proyectos con cámaras HD) es lo mejor que puede decirse de este vacío, insustancial y - no por tratar un tema todavía poco conocido y/o tratado en el cine (el ciberterrorismo) debería ser interesante- intrascendente vuelta del director norteamericano al cine tras más de un lustro de ausencia. Del “toque Mann”, ya poco presente en sus dos anteriores propuestas, (Miami vice y Public enemies), salvadas y con creces gracias a la fuerza de sus imágenes, apenas nada queda en este muy desafortunado proyecto, especialmente lastrado por un pésimo guión y un seguimiento de la trama que se traduce en imposible y aburrido. Malo en un realizador que basa la mayor parte de su potencial en la forma.

  • It follows(David Robert Mitchell, 2015. EEUU): película de horror del momento, no es tan buena como se ha dicho pero es un extraordinario ejemplo de cine independiente, norteamericano y de género bien hecho, provisto de un terror naturalista y casi metafísico, además de ser una especie de inofensivo cautionary tale sobre los peligros del sexo “sin protección” (está protagonizada por adolescentes, siendo dicho público el objetivo mayoritario del film, aunque se ve claramente un mayor cuidado y elegancia en su realización, algo que agradecer frente a la moda, parece que tocando a su fin, del found footage). El casi debutante director mueve la cámara con notable sentido y la banda sonora sí que resulta realmente inquietante, espléndida, como su envolvente atmósfera. Con todo, su apoyo crítico ha sido exagerado.


  • Time lapse (Bradley King, 2014. EEUU): thriller de bajo perfil y algún toque sobrenatural sobre el siempre, a primera vista, inquietante tema de las paradojas temporales, el cual ha dado para todo, desde taquillazos (Regreso al futuro, saga Terminator) hasta prestigiosas cintas con pedigrí autoral (Donnie Darko). Una premisa simple e ingeniosa (tres amigos, dos de ellos pareja - y nada estereotipados, lo cual es de agradecer-encuentran una cámara de fotos que realiza fotografías de lo que ocurrirá 24 horas después), que poco a poco se perderá en un desarrollo de la historia serpenteantemente confuso, donde fallará el ritmo y las ya mencionadas confusiones, poco y mal explicadas. Aún, así, un trabajo interesante y más que correcto debido a su tratamiento intimista.


  • Suspense (The innocents, Jack Clayton, 1961. GB): magnífica adaptación de la célebre Otra vuelta de tuerca, de Henry James, a cargo de Truman Capote (entre otros) y un refinado tratamiento de Jack Clayton en la realización, con un admirable sentido de la tensión y una siniestra capacidad sugestiva, que la convierten en un extraordinario, elegante y potente film de horror gótico, una de las grandes cimas del cine británico. Amenábar y su Los otros le deben una barbaridad.


  • Ex machina (Alex Garland, 2015. EEUU & GB): estimulante aunque algo previsible relato de ciencia-ficción de evidente look inmediatamente futurista y atmósfera minimalista, debut tras las cámaras de un colaborador del realizador inglés Danny Boyle, además de un notable cultivador del género fantástico (escribió los guiones de las espléndidas 28 días después, Dredd y Nunca me abandones), quien firma una elegante pero también tramposa revisitación del mito de Frankenstein en clave neodigital.

  • El perro de los Baskerville (The hound of the Baskervilles, Terence Fisher, 1959. GB): producto Hammer, pasa por ser una visualmente depurada adaptación, la primera en color, de la conocida historia de Arthur Conan Doyle con Sherlock Holmes de protagonista, aquí interpretado de manera excelente por Peter Cushing. Sin embargo a Fisher- cineasta que daría lo mejor de sí en las traslaciones al cine de mitos puramente fantásticos- le falta el tino de otras ocasiones. Sin llegar a la envergadura de las mejores producciones de la casa británica- bastante le falta- tampoco es un film desdeñable gracias a las portentosas actuaciones.

  • The Atticus institute (Chris Sparling, 2013. EEUU): enésimo aunque pasable y entretenido mockumentary sobre el único y (supuestamente, de ahí que el look visual sea el de un documental, pese a que es ficción al cien por cien) caso real de posesión demoníaca reconocido por el gobierno de los iu es ei, allá por mediados de los 70. Responsables de ingeniosos e impactantes thrillers (Buried, The conjuring) andan detrás de este proyecto que en España sólo va a ver la luz del mercado doméstico. Estructurada con saltos temporales entre el entonces (formato de vídeos de archivo y documentación) y el hoy (entrevistas a los protagonistas y familiares), cuenta los experimentos de un grupo de investigadores en un centro de investigación de telequinesis, parapsicología y esas cosillas. Al centro llevarán a una mujer con unos (supuestos) poderes tan extraños que incluso el ejército y el gobierno tendrán que tomar cartas en el asunto. Una lograda ambientación y un puntual efectismo (la escena cuando la paciente se levanta en medio de la noche, con el becario acojonado) la salvan del casi automático olvido provocado por su evidente repetición (tanto como movimiento y/o moda como también por su propia articulación) y previsibilidad.


  • El cuerpo del delito (Body of evidence, Uli Edel, 1993. EEUU & Alemania): horriblemente oportunista y, valga la redundancia, horrible thriller erótico, adscrito en la noventera (con todos sus tics) vertiente inaugurada por la también mediocre aunque indudablemente superior Instinto básico (Basic instinct, Paul Verhoeven, 1992), que marcó un referente para bien o para mal, continuado por títulos como El color de la noche (Color of night,Richard Rush, 1994), La última seducción (The last seduction, John Dahl, 1994) o Jade (William Friedkin, 1995). Esta burda copia presentaba a Madonna (la cual reclamó, sin el menor éxito, su pedacito de historia del cine como femme fatale) como una cazafortunas acusada de asesinar a un multimillonario. El partenaire masculino de la diva (su abogado defensor, Willem Dafoe) sucumbirá a sus encantos. Franca y delirantemente infumable a pesar de los rostros conocidos que la pueblan. Al menos Madonna sale buenorra (todavía era 1993) y enseña carne. Pero Julianne Moore todavía está mejor.

  • Arde Mississippi (Mississippi burning, Alan Parker, 1988. EEUU): film de denuncia contra la segregación racial y a favor de los derechos civiles en los tiempos del auge del Ku-Klux-Klan (los 60), ambientado en la América profunda y que toma forma de, por momentos, vigoroso y notable thriller de la mano del no siempre acertado Alan Parker. Dos agentes federales de formas de ser y métodos antagónicos (uno de los arquetipos por excelencia de la ficción criminal cinematográfica norteamericana) deben viajar al estado sureño del título para esclarecer la desaparición de tres defensores de los derechos de los negros. Propuesta que deja un sabor de boca más dulce que amargo, gracias a su estética y a sus interpretaciones masculinas, pero que no llega a convertirse en una obra verdaderamente importante al no profundizar su responsable (recordemos, británico) en el conflicto y la trama que trata, quedándose el asunto en poco más que un film policíaco casi de los que vienen de serie.

  • El último rey de Escocia (The last king of Scotland, Kevin MacDonald, 2006. EEUU): adaptación, en forma de thriller político, que penetra en la relación entre un joven médico escocés que viaja, a principios de los 70, a Uganda (colonia británica hasta una década antes de los hechos narrados) para ayudar en tareas humanitarias, con tan mala suerte que terminará convirtiéndose en el mejor y amigo y más tarde, también más o menos secuestrado por el amo y señor de aquél país, el paranoico, megalómano y despiadado (y real) dictador Amin, quien ha sumido al país en la mayor de las barbaries a espaldas del mundo occidental. Superior actuación del dictador la que entrega Forest Whitaker, algo menos lograda la del asesor blanco interpretado por James McAvoy, y ya bastante menos interesante la realización aportada por MacDonald, un director sin garra pero que aporta realismo gracias a su pasado como documentalista. El desenlace muestra algo de tensión, inexistente hasta entonces. Un trabajo no olvidable pero tampoco trascendente.


  • El hombre con rayos X en los ojos (X: the man with the X-Ray eyes, Roger Corman, 1963. EEUU): técnicamente modesto (Roger Corman curraba así) pero artísticamente bastante depurado relato fantástico de serie B con ambiciones, sin duda uno de los más populares del Corman realizador, padre, pongamos, “ideológico” de buena parte de la generación del Nuevo Hollywood surgida en la frontera entre los 60 y los 70 y que como director quizás sea más conocido por sus adaptaciones de relatos de Edgar Allan Poe. Un mad doctor desarrollará una especie de colirio que le hará ver a través de los objetos, con las infinitas posibilidades que dicha premisa ofrece, como ver a todas las mujeres desnudas o hacerse de oro en el casino, por ejemplo. El último plano del film es antológico. Poco menos que imprescindible.

  • Obsesión(The boy next door, Rob Cohen, 2015. EEUU): absolutamente inconcebiblethriller replete de clichés y situaciones vistas millones de veces. Mujer madura, atractiva y divorciada (Jennifer López) pegará un polvo con apuesto joven que resultará ser un psicópata, poniendo en peligro no sólo a la mujerona, sino también a la familia de esta. Con estética de telefilme de sobremesa, tiene una calidad similar. Para mayor gloria y alimentación de la Jennifer López.

  • The loft(Erik Van Looy, 2014. EEUU & Bélgica): vulgar y alimenticio remake hollywoodiense, sin frescura alguna pero entretenido gracias a su factura, orquestado por el mismo realizador del film original, un thriller erótico belga estrenado y aclamado en aquél país en 2008. Y esta versión, de erótica tiene muy poco visualmente hablando. Una premisa interesante, donde cinco amigos, casados por supuesto, compartirán un picadero, usándolo para echar sus canitas al aire, ya que es mucho más discreto que facturas de hotel y cargos a la tarjeta de crédito. Sin embargo todo se complicará una vez encuentren tirada en la cama a una mujer muerta. Enredos mil para un trabajo de intriga, variación en clave de suspense, si quiere verse así, de El apartamento (The apartment, Billy Wilder, 1960), pero que no llega a unos mínimos.


  • Just before I go (Courtney Cox, 2015. EEUU): debut en la dirección de largometrajes de uno de los rostros de la célebre serie Friendscon una agradable comedia dramático-familiar que, terminando de una forma más convencional y feliz imposible, proporciona un soplo de aire fresco al género gracias a algunos divertidos golpes de risa, aunque puede que no sean del gusto de todo el mundo. Vergonzosamente mal interpretada por uno de los protagonistas de la saga American Pie, presenta a un cuarentón (edad que no aparenta para nada) decidido a suicidarse debido a la mierda de vida que tiene, para lo cual decide ir a su pueblo de toda la vida para arreglar cuentas pendientes con su pasado antes de quitarse de en medio.