En el año 1610, hace ya más de 400 años, Juan Posada abre las puertas de esta fonda, situada estratégicamente junto a la Casa de Postas, principal parada de diligencias de la Villa (en esta época Madrid tenía un censo aproximado de 900 coches de caballos), a la que llegaban granjeros y comerciantes con productos de las provincias que pernoctaban un día o dos en la capital.