¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!
Introducción
Para contraponer adecuadamente algunas de las teorías y definiciones de Friedrich Nietzsche, en especial aquellas que atañen al superhombre, frente a conceptos trascendentales del poshumanismo es necesario que el lector conozca y comprenda la forma y el fondo de quien escribe y quien suscribe o replica.
Por esta razón, si recuerdas con claridad el fin y lo que puede concluirse de los conceptos de voluntad de poder, muerte de dios, superhombre y, en menor medida, eterno retorno, considero que puedes ahorrarte estas dos entradas.
Una revisión de los principales conceptos de la filosofía de Friedrich Nietzsche
En Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche expresa gran parte de sus ideas a través de la narración y la poesía útil; más allá del tratado filosófico y el lenguaje específico, el filósofo optó por escoger un formato estético más agradable y digerible.
La figura de Zaratustra, para la que se inspiró en Zoroastro, fundador de la corriente iraní del zoroastrismo, es la de un asceta cuyo tiempo de reflexión le ha acercado a una comprensión mejor del hombre y su naturaleza, así como de la vida, la muerte y el mundo. Una vez el ermitaño siente que su conocimiento es suficiente y el momento es adecuado, vuelve a la civilización para dar parte de los cuatro pilares fundamentales en los que se sustenta la filosofía de Nietzsche: la muerte de dios, el superhombre, el concepto de voluntad de poder y la creencia en el eterno retorno.
Caricatura del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.
Su buena nueva acoge fuertes similitudes con los mensajes anunciadores de los principales dogmas monoteístas y, también, diferencias obvias, puesto que supone la extinción de cualquier figura metafísica. De igual modo, la recepción de Zaratustra, quien ya se sabe superhombre al inicio de la obra, es lenta o, directamente, inexistente por sus coetáneos.
La primera fase, la muerte de dios, es un proceso inalterable y previo a la concepción de los seres humanos como superhombres. Así, la concepción de un mundo sin divinidades ni otras concepciones que expliquen el mundo físico a través del metafísico es un paso necesario del hombre hacia la edad adulta y hacia su crecimiento físico, moral y espiritual.
Nietzsche concebía el cristianismo y el resto de corrientes dogmáticas como platonismo barato, es decir, como mitología que surge en los primeros tiempos de la humanidad sobre los pasos de una causa primera. Para Nietzsche, la religiosidad producía y obligaba a adoptar un mensaje moral e irracional, contrario al juicio y a la razón crítica que, en última instancia, siempre ayudaba a los poderosos y a la preservación de un statu quo.
El concepto de la muerte de dios supone, en palabras del filósofo, recoger la potestad de vivir, pensar y sentir sin necesidad de un ser superior, y encauzar la naturaleza y la moral humana al servicio de los hombres y de la propia existencia.
Una vez meditado y aceptado este “juicio de la razón”, y comprendido que la naturaleza, la bondad, la miseria, el dolor, la muerte y la maldad forman parte de nosotros, los hombres están preparados para tomar partido de su propia existencia, a través de otro concepto universal en la filosofía de Nietzsche: la voluntad de poder, que alega que el motor que verdaderamente mueve la naturaleza humana es la ambición y el deseo por alcanzar aquel puesto y aquellos objetivos que sentimos que nos corresponden y nos definen.
Como idea, la voluntad de poder fue interpretada y utilizada por el nazismo como la potestad de un pueblo de alcanzar el lugar que creían que les correspondía, incluso desde un nivel biológico. Sin embargo, obviando que muchas de las acciones del nazismo eran, directamente, deshumanizadoras, resultaría imposible plantear la monstruosidad como un paso previo al superhombre, quien tiene una definición plenamente humanista. Para más información, pueden consultarse escritos de Alfred Bäumler sobre darwinismo social.
[El superhombre] es un hombre libre que repudia el vicio, la debilidad y la esclavitud.
Schopenhauer consideraba que todos los seres vivos tienen una voluntad de vivir, mientras que Nietzsche afirmaba que cualquier organismo vivo tiene prefijada en su naturaleza una necesidad mayor: utilizar su poder para crecer y buscar el lugar que, cree, le corresponde (voluntad de poder). Este es el motor que puede guiar al hombre hacia su condición de superhombre y, a través de una lectura más personal, considero que debe comprenderse como un proceso dinámico y sin fin. En otras palabras, la voluntad de poder lleva, en última instancia, al superhombre, pero en el superhombre sigue existiendo lugar para el cuestionamiento, la pregunta y el crecimiento, aunque no para el miedo, la debilidad ni la aflicción.
La figura del Uróboros, un dragón que se devora a sí mismo, representa la naturaleza circular de todo: el eterno retorno.
Llegados a este punto, y tras reiterar y acercarnos al concepto de superhombre (Übersmench), que, torpemente, he intentado enlazar con la afirmación previa del Gott ist tot y el concepto de la voluntad de poder (Der Wille zur Macht), es necesario desglosar la explicación que Nietzsche ofrece sobre el paso del hombre al superhombre.
En primer lugar, Zaratustra explica que existen tres pasos evolutivos entre el hombre y el superhombre, los cuales se ilustran con tres animales: el camello, el león y el niño, o, también, con tres figuras de pensamiento: el nihilista pasivo, el nihilista activo y el superhombre, quien será el prototipo del olvido, la inocencia y la creatividad.
Para comprender esta imagen, Nietzsche nos explica que el hombre es como un camello con una gran carga a la espalda: la metafísica (con especial hincapié en la metafísica occidental derivada del platonismo, o sea, el cristianismo). Para evolucionar hacia el siguiente estado, el hombre debe asumir que todas esas creencias que carga no cuentan con ninguna base lógica o racional, sino que son fruto del miedo, la angustia y el sinsentido de nuestro mundo; por esta razón, cuando el hombre asume y engulle el dolor de su existencia —y la soledad que de ello se deriva—, se convierte en un león, fuerte y fiero: una bestia que busca su propio camino; sin embargo, para completar este proceso, el león, quien ya ha renegado de la divinidad, debe crear nuevos valores, los cuales se adecúan a la imagen arquetípica del niño: la inocencia que no condena, la facilidad de olvidar y la capacidad creativa. Tras la negación, es necesario aspirar para luego comprender, es decir, acoger el camino que ya nos marcaba la voluntad de poder.
Se dice que Sísifo fue castigado a empujar eternamente una roca a través del Acrocorinto. La mitología clásica también ha relacionado al personaje con la salida y la puesta del Sol.
Por último, Así habló Zaratustra esboza la concepción del eterno retorno, una creencia que surge del estoicismo y que mantiene que el mundo se extingue para volver a crearse, o se crea para volver a destruirse. Para concebir esta doctrina, el universo tendría que estar dominado por la causalidad; en otras palabras, todo estaría determinado sobre la base de unas causas previas. Por esta razón, el eterno retorno puede ser criticado, ya que, si bien no cuenta con una divinidad que crea y configura un cosmos, sí que atiende a una causa primera invariable, que no parece más que otra forma desesperada de dar coherencia y continuidad a la idea platónica de la physis pese a que, en vez de optar por una explicación metafísica, se utiliza una, teóricamente, física, pero cuyo planteamiento es incorrecto o, como mínimo, indemostrable.
Entradas relacionadas:
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- Sísifo en la mitología griega
- El mito de Sísifo, de Albert Camus (Wikipedia)
- El mito de Sísifo, de Albert Camus (PDF)
(Continuará.)