Un lector, suponiendo que escribiríamos sobre el tema, nos pide que incluyamos algunas reflexiones suyas acerca del conflicto libio. Luis Rafael Moya afirma que “el petróleo en Libia fue ‘desnacionalizado’ en un alto porcentaje hace una década.
Gadafi lo entregó para obtener más beneficios para él, su familia, su entorno y su gobierno. Alrededor de 60% de la explotación petrolera de Libia es explotada, transportada y comercializada por las transnacionales del capitalismo europeo. 80% del petróleo de Libia es vendido en Europa. Libia apenas produce 1 millón 600 mil BD, tan sólo 2% del total mundial y mucho menos que Venezuela”. Según el lector que citamos es “ridículo” entonces afirmar que la cruenta intervención que tiene lugar en la nación árabe, tiene por objetivo apoderarse de un petróleo que ya las transnacionales controlan. Obvia el señor Moya que asegurándose el subsuelo libio, los invasores se garantizarán un petróleo barato, no Opep.
Razones de espacio nos limitan e impiden copiar completa la carta en cuestión, pero seguidamente, su autor habla de los supuestos desafueros de Gadafi con el presupuesto de su país. Cita como ejemplo las fiestas a las que asistían celebridades y las posesiones que aparentemente tenían algunos miembros de su familia. No señala, sin embargo, las cuantiosas ayudas económicas que el líder libio dio en el pasado a personalidades como el Presidente francés, ni al gobierno italiano ni a muchos otros líderes del mundo entero, quienes con frecuencia se retrataban con él.
El señor Moya dice más adelante: “Brasil, Rusia, China, Turquía, Líbano y otros países (además de EEUU, GB, Francia) votaron a favor de sanciones a Gadafi, por la masacre, en el Consejo de Seguridad de la ONU. La Liga Árabe (no ‘el imperio’ ni Israel, sino la Liga de Países Árabes) votó a favor de pedir a la ONU una zona de exclusión aérea para frenar los bombardeos de Gadafi y sus tropas leales contra la población civil”. En ninguna parte de su misiva, nuestro lector hace mención al hecho de que los tales “bombardeos contra la población civil”, que se citó en un principio como razones para la intervención de la Otan, nunca existieron, según revelaron imágenes de los satélites rusos. Sucede en Libia lo mismo que hizo Bush en Irak: las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Hussein no eran tales.
El lector apela a nuestro “espíritu crítico” para que haga mención de lo que señala en su escrito. Misión cumplida. Nos queda aún un poco de espacio para manifestar el más rotundo sentimiento de repudio a la práctica genocida de acabar con pueblos, violar soberanías y asesinar mandatarios para imponer la visión occidental del mundo. Si Gadafi no es monedita de oro, menos aún lo son Bush, Colin Powel, Netanyahu, Obama, y todos los lacayos que militan en eso que se llama Otan y que pretenden decidir quién es el bueno y quién el malo.
Los libios, como los iraquíes, los afganos, los libaneses y los venezolanos, para anotarnos de una vez en la lista de los que vienen, tenemos el derecho soberano de elegir nuestros gobernantes, dirimir nuestras diferencias entre nosotros, resolver nuestros asuntos internos como mejor podamos, sin necesidad de que venga ninguna bota extranjera a pisotear dignidades, masacrar pueblos y, mucho menos, a apropiarse de nuestras riquezas, fin último de sus apetencias.
Mlinar2004@yahoo.es