Posmodernidad, poscristiandad

Por Daniel Vicente Carrillo



¿No es una paradoja que la religión cristiana haya sido en gran parte la fuente del ateísmo, o, en general, de la incredulidad religiosa? Sin embargo, eso es lo que pienso. El hombre no es naturalmente incrédulo, porque no razona mucho y no se preocupa demasiado por las causas de las cosas (...). Naturalmente el hombre en general imagina y concibe una religión, y cree en ella, según demuestra la experiencia, así como imagina y concibe muchas otras ilusiones, y cree en ellas, algunas de las cuales son comunes a todos; así pues, los diversos hombres naturales imaginan la religión de formas asaz diversas. La metafísica, que busca las razones ocultas de las cosas, que examina la naturaleza, nuestras imaginaciones, e ideas, etc., el espíritu profundo y filosófico, y razonador, son fruto de la incredulidad. Pues bien, las que más propagaron estas cosas fueron las religiones judaica y cristiana, que enseñaron y habituaron a los hombres a mirar por encima del campanario, a indagar debajo del pavimento, en suma a reflexionar, a buscar causas ocultas, a examinar y a menudo a condenar y abandonar las creencias naturales, las imaginaciones espontáneas e infundadas, etc. Y aun cuando todas las religiones son una especie de metafísica, y por tanto todas las religiones un poco formadas pueden considerarse causas de la irreligión, es decir de lo opuesto a ellas (admirable composición del sistema del hombre, que no sería irreligioso si antes no hubiese sido religioso); a pesar de ello, como cualquiera puede observar, esta cualidad pertenece sobre todo a la religión judaica y cristiana.

Leopardi