"Las cartas tienen el poder de engrandecer la vida. Son prueba de motivación y ahondan en el entendimiento. Demuestran cosas, cambian vidas y reordenan historia. Hubo un tiempo en el que el mundo funcionaba gracias al correo."
Con este título uno recuerda ese que terminaba diciendo "Te quiero", pero no, no es una novela romántica aunque algo hay de romanticismo en recordar esas misivas escritas a mano. De hecho, reconozco que guardo todas las que recibo, menos las bancarias, claro. Ese es el tema, y precisamente porque me gusta la palabra escrita y cerrada en un sobre, hoy traigo a mi estantería virtual, Post Data.
Estamos esta vez ante un ensayo ligero en el que, como el propio autor nos dice en sus primeras páginas, ni realiza un recorrido tedioso por la historia de correos, ni se ha dedicado a hacer una recopilación de cartas desde las primeras encontradas hasta la actualidad. En realidad es un punto intermedio en el que recorremos la historia de las misivas a golpe de anécdota escrita que se intercalan con la correspondencia entre Chris y Bessie: el soldado que escribe a su amada que aguarda su regreso de la guerra.
A partir de aquí, el libro se articula con un tono de nostalgia como un recorrido a modo de homenaje, de una forma de comunicación cada vez más en desuso, que va siendo sustituida por los fríos píxeles. Un recuerdo y, por qué no, un llamamiento a que no olvidemos que existen unas cartas llenas de palabras que, como caricias, son depositadas en buzones tras haber sido guardadas en sobres que no aparecen dibujados en una pantalla. Nos muestra cartas que datan de hace 2000 años y que demuestran que no han cambiado tanto las formas en que nos despedimos sobre el papel, incluso nos permite ver tablillas que contenían invitaciones a cumpleaños, allá por el año 100 d.C.
Aparecen, como no podía ser de otro modo, las cartas de amor, las más famosas de todas las cartas, esas en las que el romanticismo impregna cada letra y que todos hemos leído alguna vez. Y también las de desamor. No quiero ni pensar lo que opinaría la destinataria de esta carta en la que el autor se despedía diciendo:"Yo espero vivir y, si te pierdo para siempre, hay más doncellas que rameras y yo me tengo por un buen partido." Si supiera que tantos años después, esas palabras que seguro ocultó en su día, hoy son expuestas a la vista de los lectores. Porque, como dice Garfield, las cartas son algo privado, en las que muchas veces, se conoce a quienes las escriben mucho mejor que con cualquier otro legado que dejaran. Y nos pone ejemplos, de cartas hoy subastadas por precios casi escandaloso, en las que Napoleón declaraba su amor a Josefina. Cartas de Hemingway que firmando como Mamá Eddy y que termina con una post data en la que dice "Quiero más toros, pelear más y mejor, follar más y mejor." Y otras mucho más sorprendentes en las que Kerouak pasa de la ilusión al desencanto tras escribir On the road.
Nos habla también del género epistolar, de esos libros que, como 84, Charing Cross Road, han hecho que muchos lectores suspiren ante el romanticismo de las letras que tratan sobre el amor a las letras. Correspondencias firmadas por Vonnegut, o las que se cruzaran dos grandes de la literatura como son Auster y Coetzee. Y todo a golpe de ejemplo, a golpe de imagen que van salpicando esta historia que se lee en un suspiro y que nos hace añorar el tiempo en que un bozón adornaba cada manzana, en un esquina, y que han ido desapareciendo sin que apenas nos demos cuenta.
Un libro más que recomendable como curiosidad, como divertimento, o simplemente como lectura diferente a las novelas comunes que me ha gustado disfrutar. Y que me ha hecho recordar la forma adecuada de despedirme.
Gracias por pasar. Se despide atentamente.
Mientrasleo
PD: Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?