Hoy empiezo una nueva serie de post, porque me apetece, porque me encantan los post temáticos y porque hoy es hoy. Va de homenajes y no va a tener periodicidad fija. Los escribiré cuando lo sienta y para quien lo sienta. Hoy empiezo con una amiga.
El caso es que está en la misma situación que yo. Por circunstancias de la vida dejó de trabajar hace unos años y se dedicó a cuidar a sus niños, y a eso ha dedicado su tiempo y su esfuerzo hasta ahora. Y llegados a este punto le ha surgido la oportunidad de trabajar. Además en un proyecto bonito, muy para ella, donde va a poder brillar y sobre todo disfrutar. No me puedo sentir más orgullosa. ¡Está de vuelta al agua!
Pero, hay amiga, ahora llegan las angustias, los miedos, el pensar que no se va a estar a la altura, la dichosa conciliación… Se siente igual que como comentaba yo hace un tiempo en aquél post del vértigo a lo desconocido, así que sabe que le entiendo. Pero es valiente, mucho, y sabe que puede con esto y con más. Y cuando flaquee sabe que tiene a sus amigas para arrimar el hombro y decirle lo estupenda que es y lo mucho que vale, aunque ya lo sabe.
Hace casi 20 años empezamos juntas unas prácticas laborales, que sobre todo a ella le cambiaron la vida, y espero que le vuelva a pasar lo mismo esta vez (no hace falta que ahora te cambie tanto, con un poquito vale). Dudo que se lo pase tan bien ahora como lo pasamos entonces, pero aunque sea de otra manera espero que disfrute a tope. Desde aquí le mando toda la fuerza del mundo, muchísima suerte y un millón de besos.
Amiga, sabes que no soy muy de decir estas cosas, pero quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti y que te quiero. ¡SUERTE!