Working late, cortesía de Alan Cleaver
La productividad es una disciplina que se debería enseñar en el colegio junto con otras materias realmente útiles como la economía, por ejemplo, porque ni sabemos cómo “invertir nuestro tiempo” ni cómo invertir nuestro dinero, y eso es preocupante. Cada vez somos más los convencidos de las bondades de la productividad personal, pero si existe un colectivo para el que no sólo es muy recomendable, sino imprescindible, es el de los emprendedores. Existen tantas y tan variadas razones por las que digo esto, que me daría para escribir un libro. Así que me voy a ceñir a los puntos clave que deberíamos evitar, y en las que nos puede ayudar una metodología de productividad personal como GTD.
Caer en la trampa del corto plazo
Creo que todos hemos caído en esto más a menudo de lo que sería recomendable, y puede convertirse en algo trágico. Nos obsesionamos tanto en lo que tenemos que hacer que incluso olvidamos el por qué tenemos que hacerlo. Entramos en el “modo burro”, en el que sólo vemos lo que tenemos delante y nos dedicamos sólo a apagar fuegos y a intentar facturar como sea. Si esta situación se prolonga, sólo nos puede conducir al fracaso. Perder de vista los objetivos principales de nuestra empresa y los nuestros propios, redunda en trabajar mal y no avanzar, con lo que la situación entra en bucle y genera cantidades poco saludables de estrés. En cambio si implementamos correctamente una metodología de productividad personal como GTD, logramos alinear nuestras acciones con nuestros objetivos, de manera que nunca perdemos el Norte y avanzamos en la dirección correcta.
Trabajar sin saber en lo que tenemos que trabajar
Pero el problema no es solo no ver más allá, sino ni siquiera haber identificado hacia dónde debemos dirigirnos. Una vez tenemos claro que el plan de negocio no es una hoja de ruta válida, podemos pensar que es muy difícil identificar los objetivos de nuestro negocio. Pero con la ayuda de GTD podemos elevarnos varios niveles de perspectiva, y trabajar desde la visión hasta las próximas acciones, pasando por objetivos y los proyectos que nos ayuden a conseguirlo. Este desglose de arriba a abajo, o de abajo a arriba, nos permite tener una imagen global de nuestro negociodesde el objetivo último hasta el detalle más pequeño.
Pensar que más tareas completadas implica una mayor productividad
Muchos emprendedores somos gente creativa o técnica, y fácilmente nos podemos pasar muchas horas haciendo lo que nos gusta. Esto por sí mismo no es malo, a no ser que sean demasiadas horas, pero procrastinamos muchas tareas importantes porque nos apetece hacer otras más entretenidas. Se puede dar el caso de que hayamos hecho muchísimas tareas pero no hayamos avanzado en nuestros proyectos. En cambio nosotros veremos que hemos hecho mil tareas diferentes y nos daremos por satisfechos. Si cada día escogemos 2 o 3 tareas importantes, aunque no nos gusten, y nos comprometemos con nosotros mismos a acabarlas durante ese mismo día, nos aseguramos de que habremos avanzado en las áreas imprescindibles.
Tener la cabeza rebosante de ideas
Está muy bien tener muchas ideas, pero si éstas dispersan nuestra atención y evitan que nos podamos concentrar en lo que estamos haciendo… Es un problema. Además os puede pasar como a mí, que a veces estoy trabajando en algo y se me ocurre una “idea genial”, y dejo lo que estaba haciendo para ponerme con la nueva y excitante idea. ¿Cómo se soluciona esto? Si adquirimos el hábito de recolectar todo lo que se nos pasa por la cabezaconseguiremos 2 cosas:
- Vaciar la cabeza para podernos concentrar en lo que estamos haciendo
- No interrumpir una tarea para hacer otra, simplemente apuntamos lo que se nos ha ocurrido y seguimos con lo que estábamos
Intentar hacer algo perfecto
Todo el mundo tiene a un perfeccionista dentro, el miedo al fracaso es muy grande. Y a los emprendedores nos suele pasar que queremos tenerlo todo perfecto antes de que lo vea la gente. Más allá de metodologías lean de proyectos, que nos invitan a desarrollar prototipos y probarlos con gente, a nivel productivo existe una máxima que nos puede ayudar muchísimo: la ley de Pareto. Esta ley, también conocida como la del 80/20, nos dice que el 20% de lo que hacemos produce el 80% de los resultados. También tiene otra interpretación interesante que nos dice que el 20% final que utilizamos para pulir algo, nos lleva el 80% del tiempo. Con estas dos versiones, lo que nos debería de quedar muy claro es que debemos de identificar lo que realmente aporta valor, y no buscar una perfección con la que prácticamente sólo conseguiremos perder tiempo. ¡La perfección es enemiga de lo bueno! Cómo decía al principio, existen muchas más áreas en las que la productividad personal en general, y GTD en particular, pueden ayudar a un emprendedor a maximizar sus opciones de éxito. Nos preocupamos mucho de los números, las tecnologías… y olvidamos que algo como la productividad personal puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de nuestro proyecto.
Muchas gracias por suscribirte a Optima Infinito.
No hay entradas relacionadas.