Si os asomáis a una mesa de trabajo y echáis un vistazo por encima, aparte de papeles y bolígrafos, es raro que entre su material “fungible” no haya post-it. Y es que es increíble como esos papelitos de colores se han ido adueñando de los espacios de trabajo. Es más, hay quién parece no poder trabajar sin ellos: mires donde mires, ahí están, expandiéndose poco a poco... como si de una partida de Risk se tratase. Generalmente, su utilidad no es discutida ya que se usan para anotar o recordar algo importante. El problema es cuando están pegados hasta en el teléfono, ¿todo es importante? También los hay que dependiendo del asunto, le asignan un color. Umm... ¿ejemplar organización del trabajo o comportamiento digno de estudio? No sé, no sé. De todas formas, aún hay quién se resiste a utilizarlos (pocos) y prefieren el sistema tradicional de la libreta.
2. Para recrear videojuegos de forma manual con la técnica de stop-emotion: todo un clásico en internet (¡Esto sí que es un trabajo de chinos!).
3. O como arte efímero digno de galería modernista.
Quién le iba a decir al investigador Art Fry en la década de los setenta que su brillante idea de poner un nuevo pegamento, descubierto por el científico Spencer Silver, en un trozo de papel iba a tener tanto éxito... Americano tenía que ser... (Ejem…, momento wikipedia).