Hasta principios del siglo XIX, los terrenos situados en lo que hoy es la Plaza del Ayuntamiento, las calles Jesús de Monasterio y Amós de Escalante no eran más que terrenos de marisma por los que discurría el Camino Real que conducía a la población. A estos terrenos también llegaban los caminos procedentes de las Calzadas Altas. Hasta este lugar se introducía la ría que desembocaba junto a las Reales Atarazanas. El camino estaba bordeado de árboles y mesones en los que paraban los carros que entraban y salían de la ciudad con mercancías. Junto a la Puerta la Sierra de la vieja muralla ya existía desde muy antiguo el Convento de San Francisco.
A principios del siglo XIX el lugar se mejora con nuevos plantíos, bancos, se urbaniza, se rellenan las marismas y se crea una alameda, convirtiéndose en el lugar preferido para el paseo. Se empiezan a construir pequeñas casas de dos y tres plantas, se instalan pequeños talleres e industrias y, poco a poco, se empieza a extender la ciudad. En el lado norte, a partir de los terrenos del Convento de San Francisco, se estableció allí la parada de las diligencias que también llevaban el correo. También, en 1837, se construyó una acera enlosada hasta la calle Cervantes. En 1845 se le bautiza como "Calle del Correo", cambiando unos años después a "Acera del Correo", nombre que conservó hasta 1907, cuando recibió el nombre de Amós de Escalante en homenaje al escritor, nacido en la primera casa de la calle, que aún existe, y en cuyo portal hay una placa conmemorativa. Frente a esta acera se encontraba la Plaza de Becedo 1, en la que había unos jardines de estilo romántico. La Plaza de Becedo y la Acera del Correo cobraron más prestancia a partir de la construcción del nuevo Ayuntamiento junto al Convento de San Francisco.
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