Posturas vitales

Por Siempreenmedio @Siempreblog

1 septiembre 2013 por paushada

Recuerdo que mi abuelo, hombre pesimista donde los hubiera, siempre me decía que la vida era la mierda que transcurría entre cuatro momentos felices. Era, además, un fatalista, lo que impedía que emprendiese alguna acción para cambiar su infeliz vida.

Afortunadamente mi vida se vio acompañada desde la infancia por su hijo, un hombre completamente opuesto, de los que aplicaba la Ley de Murphy al revés: si algo podía salir bien, saldría bien. Y si no salía bien ya lo adornaba para que lo pareciera. Claro que cuando no podía ni adornarlo le temblaban los cimientos existenciales…, pero esa es otra historia.

Ambas posturas tienen sus riesgos porque son extremas y pueden llevar a la frustración, pero creo que la de mi padre, con retoques, es mucho más afortunada.

Cada vez estoy más convencida de que la postura que se adopta ante la vida determina en gran medida los resultados que obtengamos de ella. No quiero decir con esto que nuestras metas vayan a hacerse realidad, sino que en el mientras tanto vamos a ir disfrutando de momentos satisfactorios que suman inevitablemente para ser más felices. De la misma manera en que detesto el fatalismo no me gusta nada ese personal que va dando por hecho que la vida es maravillosa en todo momento y que nada justfica el que no tengas un emoticono sonriente pegado al pecho, pero situarse en clave positiva, esperar lo mejor y no resignarse son posturas mucho más productivas. Solo por eso vale la pena asumirlas.