Hay a quién no le gusta nada la forma clásica del potaje, busca fórmulas alternativas o simplemente una receta de potaje de vigilia válida para Cuaresmas cálidas.
Y seguimos con bacalao y huevos...En ocasiones, las recetas que por aquí aparecen no lo son, o no lo son en tanto que no son recetas terminadas, sino "esbozos", apenas una idea que luego puede evolucionar hacía "vaya usted a saber qué". No os engaño (nunca lo hago), a veces me encuentro con callejones sin salida o con pequeñas locuras que gustan.
El otro día os puse el ejemplo de mi locura y mi "proceso creativo" con los huevos picto-nipones, un ejemplo de algo para presumir y que no he encontrado que alguien hubiese elaborado antes. Pero no soy Ferran Adrià o Heston Bluementhal y a mi nivel resulta que casi todo está inventado, por eso, cuando me creo que he hecho algo especial, hago una búsqueda y muchas veces ya lo ha hecho alguien.
Este es el caso de hoy. Resulta que se me ocurrió darle una forma "diferente" al potaje, entre otras cosas porque a mi mujer no le hace mucha gracia y por aquello de tener un toque creativo. Se me ocurrió elaborarlo en formato de ensalada, sí, básicamente una ensalada con garbanzos cocidos, algo que en casa hacemos mucho. Y resulta que en mi busca me topé con que esta receta era ya una especie de clásico y casi todas las veces parecían insipirarse en la más antigua que encontré, la de Carlos Dube de Mercado Calabajío, que ya se la había currado hace nada más y nada menos que cuatro años, con su consabido y meticuloso paso a paso al que nos tiene acostumbrado.
Algunos antropólogos sostienen que las antiguas sociedades humanas hicieron las mismas cosas al alcanzar similar estadío evolutivo, lo cual explicaría por qué se construyeron pirámides en diferentes partes del mundo en épocas muy distantes y sin relación aparente alguna, salvo el estadío evolutivo de la sociedad constructora. Es decir, que meto esta cuña pedante (no hay día sin pedantería) para considerar si mi estadío evolutivo es el de Carlos Dube hace cuatro años :P.
Lo cierto es que mi idea original era algo diferente, pues no era con bacalao ahumado, sino desmigado y confitado, pensando en aliñarlo con una especie de vinagreta de su pil-pil. No descarto intentarlo en otro momento, pero lo cierto es que su versión con bacalao ahumado era infinitamente más sencilla y más refrescante, ósea, "más ensalada".
En cualquier caso hay pequeñas diferencias en la elaboración y en la presentación, pero evidentemente me ha influenciado en una secuencia que viene a ser algo así:
Imagino una receta - compruebo que hay gente a la que se le ha ocurrido antes - modifico mi planteamiento a través de lo que observo.
Y... ¡al lio!.
Ingredientes:
- Garbanzos cocidos (podéis utilizarlos en conserva, es más rápido, pero menos interesante desde un punto de vista culinario).
- Bacalao ahumado.
- Un huevo "per cápita".
- Espinacas baby.
- AOVE.
- Pimentón.
- Sal.
1.- Vamos a tostar los garbanzos en una sartén con un poco (muy poco) de aceite. Los queremos dorados, tostados y crujientes. Por tanto necesitamos el aceite caliente y luego saltearlos hasta que comiencen a mostrar signos de "torrado".
2.- Preparamos un huevo poché con ayuda de papel film, una taza o un vaso, agua hirviendo y 5 minutos de cocción Verlo en vídeo.
3.- Picamos grueso el bacalao ahumado y las espinacas, queremos trozos grandecitos y percibibles y en un cuenco (me sigo negando a decir "bol") mezclamos el bacalao, los garbanzos y las espinacas mientras aliñamos con aceite, sal, vinagre y la mitad del pimentón ahumado (dulce o picante o mejor, mitad y mitad) que vayamos a utilizar.
4.- Emplatamos. Yo lo he hecho a lo loco. Podéis utilizar un aro o lo que os de la gana. Coronamos con el huevo, espolvoreamos más pimentón, rompemos el huevo y gozamos... gozamos mucho.
Consideraciones:
Yo le he añadido ralladura de lima porque soy adicto y la pongo mucho (muchísimo) pero reconozco que en este plato no pega.