Hubo un tiempo en el que no existía Internet, y a los que nos gustaba el cine gore no nos quedaba más remedio que recorrer calles dejadas de la mano de Dios y entrar en tiendas subrepticias y sinuosas de las que muchas veces nos echaban por no ser mayores de edad. Ese tiempo, en el que los zombis no habían dado el salto al mainstream y no aparecían en la televisión pública, Peter Jackson era famoso por Braindead y Mal Gusto y no por adaptar la historia de los anillos del abuelete Tolkien y buscando un poco podías hacerte con películas como las de La Troma (como esta Poultrygeist que presento) la productora de películas de serie Z que cuenta en su currículo con títulos como la saga de El vengador tóxico o Los surfistas nazis deben morir. Por fortuna, Internet ha solucionado el problema y ahora podemos ver más allá de La noche de los muertos vivientes y llegar hasta la misma raíz del género con Blood Feast, pese a la oposición romántica de algunos que prefieren seguir haciendo de descubrepelículas.
La Troma se ha quedado en ese momento tan mágico, y sigue ofreciendo películas con el mismo aspecto que hace casi veinte años, como Poultrygeist, como si el tiempo no hubiese pasado para ellos, ajenos al (en este caso) detestable y pornográfico recurso digital en favor de unos efectos especiales artesanos y plástico-mecánicos: nada como el látex, robótica básica y mezclas de líquidos y otros tantos materiales para representar la plasticidad del cuerpo humano, para que podamos contemplar con absoluto placer como una cabeza es atravesada por una escoba o como alguien caga un huevo gigante mientras sufre un ataque de salpicante diarrea. Y eso es Poultrygeist, eso y música ácida.
De esta guisa se presenta Poultrygeist: Night Of The Chicken Dead (2006). ('Poultrygeist' es un juego de palabras intraducible entre poultry [término con el que se denomina a las aves domésticas en inglés] y poltergeist [la palabra con la que se denomina a fenómenos paranormales]; la traducción del resto es "La noche del pollo muerto"). Una de las últimas películas dirigidas por Lloyd Kaufman, por La Troma, y con la ciudad de Tromaville como escenario, Poultrygeist: Night Of The Chicken Dead nos una trabada historia de amor entre Arbie y Wendy, que se vuelven a encontrar en el antiguo cementerio indio donde un día fornicaron pero en el que ahora se encuentra un restaurante de comida rápida (hamburguesas de pollo frito) y con Wendy convertida en una activista de izquierdas y lesbiana. Arbie quiere hacerse con el control de su vida y comienza a trabajar en la hamburguesería. Pronto, sin embargo, deberá enfrentarse al espíritu malvado del pollo que quiere vengar a los indígenas americanos que allí fueron enterrados. Lo dicho: Poultrygeist: La Troma en estado puro.
En un formato en el que (como es habitual en La Troma), en Poultrygeist conviven el musical, el erotismo y el gore más nauseabundo y desternillante, se nos ofrece un filme alocado, de ritmo vertiginoso, en el que nuestro único deseo es ver saltar las tripas por los aires. Más allá de esto, en Poultrygeist queda lugar para el comentario fugaz e irreflexivo acerca de la sociedad, la historia y la política norteamericanas; unas puyas antiintelectuales lanzadas con suma precisión, pero sobre todo con una cáustica acidez y una simpática incorrección política con la que se pitorrean de todos y de todos. Por supuesto, los actores y actrices de La Troma en Poultrygeist, salvo el cameo espectacular de Ron Jeremy, son totalmente desconocidos, hecho que no les impide cumplir con su papel a la perfección. Con su estilo paródico de las películas de terror mainstream y no tan mainstream, La Troma se mofa en Poultrygeist del género de una forma similar a como lo hizo no hace mucho otra joya del género: la japonesa Dead Sushi. Sin embargo, Poultrygeist: Night Of The Chicken Dead es más asquerosa, pringosa, escatológica, ochentera, vomitiva... Es una puta obra maestra en su género.
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