En mi opinión, “Poveda”, que ha dirigido también Pablo Moreno, supone un salto de calidad respecto a “Un Dios prohibido”. Estrenada el 4 de marzo, se trata de nuevo de una película low cost; pero, como la experiencia es un grado, aquí se advierte un mejor dominio del ritmo cinematográfico y una superior potencia visual, apoyada en la fotografía de Rubén D. Ortega y en una planificación más variada. Aunque el film acusa el esquematismo de algunas escenas, un maquillaje mejorable y un uso a veces enfático de la música, es justo destacar el esfuerzo conjunto de Goya Producciones y de Three Columns Entertainment (Contracorriente Producciones) para sacar el máximo partido a un presupuesto falto de holgura.
Raúl Escudero da vida en la ficción al Padre Poveda, un hombre apasionado por Dios y por las personas, muy sensible a la pobreza material y espiritual –sus queridos “cueveros” de Guadix–, promotor de la incorporación de la mujer a puestos relevantes en la sociedad, fundador de la Institución Teresiana, declarado Humanista y Pedagogo por la UNESCO en 1974…, pero sobre todo “soy sacerdote de Cristo”, como declaró cuando fue detenido el 27 de julio de 1936, para ser fusilado al día siguiente junto al cementerio de la Almudena de Madrid. La cinta intenta sintetizar el itinerario de este santo y mártir –en ningún momento libre de contradicciones–, resaltando también su providencial encuentro en Jaén con Pepita Segovia, su principal colaboradora, papel que encarna con gran naturalidad Elena Furiase.
En algunas secuencias del film resuenan títulos como “Encontrarás dragones” o “Cristiada”, pero en “Poveda” no hallaremos personajes verdaderamente malvados ni se nos muestra la violencia física desatada por la guerra civil: una opción legítima de los guionistas, encaminada a centrar al espectador en la figura del santo y a superar el peligro del maniqueísmo. Vale la pena buscar dos horas para ver una película llena de momentos inspiradores, cuya continuidad en cartelera va a depender mucho del boca-oreja de los espectadores.