Pero lo que es también cierto es que al vino no sólo lo acompaña ese líquido con tonos burdeos, blancos o rosados. Lo acompaña toda una serie de variables, que son las encargadas en conjunto de formar un producto diferente del resto. Variables como la etiqueta, la composición, los valores que transmita o el nombre.
En el nombre está la clave. ¿Por qué? Porque es lo primero en lo que se fija el consumidor. Es igual que cuando nos presentan a alguien: primero conocemos su nombre, luego su apariencia y finalmente su interior, su personalidad. Con el vino ocurre igual: nos fijamos en la etiqueta, el diseño del vino y finalmente probamos su interior.
Y como el nombre, la etiqueta, y todo es tan importante para crear una experiencia y producto único, no es extraño ver como los chicos de Casa Rojo crean proyectos de lo más curiosos, que giran en torno al mundo del vino. Esta empresa se dedica a practicar enología creativa. Plantea una visión innovadora sobre la elaboración del vino. En ella existe un equipo de enólogos, pero también de sumilleres, diseñadores, y creativos que quieren crear el vino perfecto. Ellos se apoyan en que el vino no es sólo vino, sino que también es un producto cuyo diseño también puede dar valor a la experiencia de tomarlo.
Han creado vinos de lo más curiosos, con nombres muy originales. Un blanco que se llama "La Marimorena", otro que se llama "El Gordo del Circo" u otro caldo bautizado con el nombre de "The invisible man" son sólo algunos ejemplos. Ejemplos, cuyo diseño de la etiqueta es de lo más curioso, e incita al consumidor a probar el producto o coleccionarlo en sus estanterías, esté la botella llena, o vacía. Porque, ¿a quién no le gustaría fardar de tener "un Maquinón" en su casa?
Nos alegra ver proyectos como los de Casa Rojo, porque cambian el sector y lo transforman en algo que va más allá de la pura tradición.