No tenemos funcionarios públicos que tengan la necesidad de ver más allá de la fecha en la que termina su gestión, ya sean trienios o un sexenio. ¿Para qué? No están obligados en la práctica a rendirle cuentas a nadie, en teoria si, pero es raro el funcionario público que puede presentar cuentas sanas.
Entonces, ¿Para que ocuparse en programas que vayan más allá del plazo de su gestión? Suponen -indebidamente- que nadie se los va a agradecer, y actúan solo para privilegiar sus intereses (llámese negocios propios a través del tráfico de influencias).
Los resultados de este cáncer son notorios: No tenemos deportistas de élite, no tenemos un sistema educativo valioso -el mas grave de todos-, no hay coordinación entre los programas de un presidente saliente y el que viene, el que se va se marcha buscando irse con los bolsillos lleno, el que llega viene con todas las ansias de robar, y lo peor es que no son solos, vienen con su camarilla de rateros.
Y que no quieran vendernos el cuento de la reelección, empezando por la de diputados y senadores, esa especie de animales despreciables por su amor al arte de cultivar la hueva.
Así que la única solución somos Tu y Yo, a exigirle a nuestros funcionarios que actúen con ética y cada uno de nosotros a vivir pensando mas a menudo en el largo plazo.