Preeclampsia: Síntomas causas y tratamiento de esta complicación del embarazo

Por Papasehijos @papasehijos

La preeclampsia es una complicación grave que puede ocurrir durante el embarazo. Se caracteriza por la presión arterial alta y la presencia de proteínas en la orina. Aunque no se conoce su causa exacta, existen factores de riesgo conocidos y posibles complicaciones asociadas a esta afección. Te explicamos los síntomas, las causas y los tratamientos de la preeclampsia, así como de cómo puede prevenirse. Es importante que las mujeres embarazadas conozcan este problema y busquen atención médica, si aparece algún síntoma que les preocupe.

¿Qué es la preeclampsia?

La preeclampsia es una complicación potencialmente grave que puede aparecer durante el embarazo. Se caracteriza por hipertensión arterial y, a menudo, por la presencia de proteínas en la orina o proteinuria.

Esta enfermedad suele presentarse tras la vigésima semana de gestación y puede afectar a varios sistemas de órganos, suponiendo riesgos tanto para la madre como para el feto en desarrollo. No se conoce completamente la causa exacta de la preeclampsia, pero se cree que implica varios factores, incluida la función de la placenta. Se cree que una insuficiente irrigación sanguínea al útero, como consecuencia del mal funcionamiento de los vasos sanguíneos, desempeña un papel en el desarrollo de la preeclampsia.

Además, también se ha implicado en la patogenia de esta afección la anomalía del sistema inmunitario, los factores genéticos y el suministro inadecuado de sangre al útero. La preeclampsia es una de las principales causas de enfermedad y muerte maternas y fetales, sobre todo en entornos con pocos recursos, donde el acceso a la asistencia sanitaria prenatal y a los servicios sanitarios puede ser limitados. Por tanto, es esencial que las embarazadas y los profesionales sanitarios estén atentos a las señales y síntomas de esta afección.

Síntomas característicos de la preeclampsia

Los síntomas de la preeclampsia pueden variar en gravedad y pueden incluir tensión arterial alta, que es la señal más común de la afección. Además de la hipertensión, otros síntomas característicos abarcan la presencia de proteínas en la orina, detectada a menudo en las revisiones prenatales rutinarias.

Las embarazadas con preeclampsia también pueden experimentar dolores de cabeza persistentes, trastornos visuales como ver manchas o sensibilidad a la luz, y dolor en la parte superior derecha del abdomen.

Además, los síntomas pueden extenderse al edema, sobre todo en las manos y la cara, así como a un aumento repentino de peso debido a la retención de líquidos. En los casos graves, la preeclampsia puede evolucionar a eclampsia, que se caracteriza por convulsiones, lo que supone un grave riesgo para la salud y la seguridad tanto de la madre como del feto.

Si una embarazada experimenta algún síntoma que le preocupe por la preeclampsia, es imperativo que busque atención médica con prontitud. Esto es especialmente crucial si aparecen síntomas como dolores de cabeza graves o persistentes, trastornos visuales, dolor abdominal o hinchazón repentina de las manos, la cara o los pies, ya que podrían ser indicativos de preeclampsia u otras complicaciones del embarazo. Además, cualquier aumento significativo de la tensión arterial o la presencia de proteínas en la orina debería ser evaluado sin demora por un profesional sanitario.

Las revisiones prenatales regulares y la comunicación abierta con tu ginecólogo, son vitales para vigilar y abordar cualquier posible preocupación durante el embarazo, incluida la posibilidad de desarrollar preeclampsia.

Causas de la preeclampsia

No se conocen con certeza las causas de la preeclampsia, se cree que surge de una combinación de factores genéticos, inmunológicos y vasculares. Una teoría predominante es que la placenta desempeña un papel central en el desarrollo de la preeclampsia. Se cree que una irrigación sanguínea insuficiente a la placenta puede dar lugar a una serie de acontecimientos que provocan una disfunción generalizada de los vasos sanguíneos y la liberación de determinadas proteínas y otros factores en la circulación materna, contribuyendo a los signos y síntomas de la preeclampsia.

También se ha implicado la disfunción endotelial, que deteriora la función del revestimiento de los vasos sanguíneos, en la fisiopatología de la preeclampsia, ya que puede provocar anomalías en el sistema cardiovascular de la madre. Al igual, que los factores genéticos y las afecciones maternas preexistentes, como la hipertensión crónica o las enfermedades renales, pueden aumentar el riesgo de desarrollar preeclampsia.

Actualmente, se están llevando a cabo investigaciones sobre los mecanismos causales específicos de esta afección, ya que un conocimiento más completo de sus orígenes es esencial para mejorar las estrategias de prevención y tratamiento.

Factores de riesgo

Se han identificado varios factores que aumentan el riesgo de desarrollar preeclampsia. Entre ellos se incluyen los antecedentes de preeclampsia en un embarazo anterior, la obesidad, el embarazo de múltiples fetos (como gemelos o trillizos), la edad superior a 40 años y ciertas afecciones médicas, como la hipertensión crónica, la diabetes y las enfermedades renales.

Además, un primer embarazo o un largo intervalo entre embarazos también pueden elevar el riesgo de padecer preeclampsia. Es importante que las personas con estos factores de riesgo reciban una atención prenatal atenta y que los profesionales sanitarios estén al corriente de ellos y vigilen la evolución a lo largo del embarazo. La identificación ea intervención precoz pueden ser fundamentales para atenuar el impacto de la preeclampsia y reducir el riesgo de complicaciones asociadas tanto para la madre como para el bebé.

Posibles complicaciones

La preeclampsia puede dar lugar a una serie de complicaciones que pueden suponer riesgos importantes para la salud y el bienestar tanto de la madre como del feto en desarrollo. En algunos casos, la preeclampsia puede evolucionar a una forma más grave o dar lugar a la aparición del síndrome HELLP, que implica variaciones en las enzimas hepáticas, bajo recuento de plaquetas y descomposición de los glóbulos rojos.

La eclampsia, complicación rara pero grave de la preeclampsia, se caracteriza por la aparición de convulsiones en la embarazada. Además, la preeclampsia puede provocar problemas en el funcionamiento de los órganos de la madre, disminución de los niveles de plaquetas en sangre e inconvenientes en la coagulación de la sangre.

En el feto, la preeclampsia puede provocar una disminución del suministro de oxígeno y nutrientes, lo que puede dar lugar a bajo peso al nacer, parto prematuro y, en casos graves, la muerte del feto en el útero. El riesgo de que se produzcan estas complicaciones subraya la importancia de la asistencia prenatal periódica y la necesidad de estar más conscientes de los riesgos y síntomas asociados a la preeclampsia.

Diagnóstico de la preeclampsia

El diagnóstico de la preeclampsia se basa en la evaluación de los síntomas, los hallazgos físicos y las pruebas de laboratorio. Los profesionales sanitarios controlarán la presión arterial de la embarazada y valorarán la presencia de proteínas en la orina durante las visitas prenatales. Además, se pueden realizar análisis de sangre para evaluar la función de los órganos, los niveles de plaquetas y para identificar cualquier evidencia de descomposición de los glóbulos rojos.

Otras medidas diagnósticas pueden incluir una ecografía fetal para evaluar el bienestar y el crecimiento del feto. Un diagnóstico precoz y preciso de la preeclampsia es esencial para iniciar un tratamiento y unas intervenciones adecuados para salvaguardar la salud de la madre y del bebé.

Tratamiento

El tratamiento de la preeclampsia puede consistir en una combinación de estrecha vigilancia, modificaciones del estilo de vida y, en algunos casos, el uso de medicamentos. Si el diagnóstico se realiza en una fase en la que el embarazo no ha alcanzado el término completo, la intervención principal puede consistir en la vigilancia estrecha de la madre y del feto, con el fin de prevenir la progresión de la preeclampsia y minimizar los riesgos potenciales.

En los casos de preeclampsia grave, puede ser necesario un parto prematuro para evitar daños mayores a la madre y al bebé. También se pueden utilizar medicamentos para bajar la tensión arterial, prevenir las convulsiones y acelerar la madurez pulmonar del feto en caso de parto prematuro.

En los casos de preeclampsia avanzada, la hospitalización y la vigilancia estrecha son imprescindibles para controlar las posibles complicaciones y garantizar el bienestar tanto de la madre como del feto. Tras el parto, los síntomas de la preeclampsia suelen remitir, lo que pone de manifiesto el tratamiento definitivo de esta afección mediante el parto del bebé y la placenta.

Prevención

Los esfuerzos para prevenir y reducir el impacto de la preeclampsia pueden consistir en un control prenatal precoz y regular, sobre todo en el caso de personas con factores de riesgo como antecedentes de preeclampsia, hipertensión crónica, obesidad o ciertas afecciones médicas. El control de la presión arterial, la orina y la salud general a lo largo del embarazo es esencial para la detección y el tratamiento precoz de la preeclampsia.

Mantener un estilo de vida saludable, que incluya ejercicio regular y una dieta equilibrada, también puede contribuir a reducir el riesgo de preeclampsia. Es importante una comunicación abierta y proactiva entre las gestantes y sus profesionales sanitarios, así como la adhesión a las prácticas de atención prenatal recomendadas, para mitigar los riesgos asociados a la preeclampsia y fomentar los mejores resultados posibles tanto para la madre como para el bebé.

En conclusión, la preeclampsia es una complicación grave del embarazo que puede tener graves consecuencias tanto para la madre como para el bebé. Es importante conocer los síntomas y los factores de riesgo y acudir al médico, si surge alguna preocupación. Con un seguimiento y tratamiento adecuados, los riesgos pueden controlarse y potencialmente prevenirse. Las revisiones prenatales periódicas y las decisiones saludables en el estilo de vida también pueden ayudar a prevenir la preeclampsia.

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