Mientras tenía lugar el Concilio de Trento y comenzaba la llamada Contrarreforma, San Felipe formaba a los más jóvenes con ternura e ironía acercándoles a la Liturgia y logrando que se divirtiesen cantando y jugando en un lugar que más adelante se convertiría en el Oratorio, proclamada congregación por el Papa Gregorio XIII en 1575. San Felipe Neri, en su larga vida fue amigo de San Ignacio de Loyola y del cardenal Carlos Borromeo pero él, en su vocación, cuando se le preguntó si quería ser nombrado cardenal, sin dilación contestó: “Prefiero el Paraíso”.
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