Revista Opinión

Prefiero escribir un mensaje de texto a hablar. “En defensa de la conversación” de Sherry Turkle

Publicado el 16 enero 2018 por Carlosgu82

Prefiero escribir un mensaje de texto a hablar. Este podría ser el punto de partida del estudio realizado por Sherry Turkle. El título de este libro, En defensa de la conversación, deja claro sus intenciones, pero si leemos el subtítulo, El poder de la conversación en la era digital, podemos intuir en donde se encuadra esa defensa de la conversación. Esa primera frase tan contundente, está dicha por un joven al que entrevistó Turkle. El joven en cuestión responde así ante la pregunta del por qué no quiere entablar conversaciones físicas con sus amigos. Para él, y para otros muchos, es mucho más cómodo comunicarse por mensajes de texto que a través de la palabra directa. Y la comodidad no va en torno a la rapidez de escribir e enviar un mensaje de texto a un conocido. La comodidad se basa en la oportunidad de editar ese mensaje, de tener tiempo de pensar lo que quieres escribir, y de evitar el cara a cara con la otra persona, con todo lo que ello conlleva.

Prefiero escribir un mensaje de texto a hablar. “En defensa de la conversación” de Sherry Turkle

La psicóloga y socióloga Sherry Turkle estructura este libro a través de la cita de Henry David Thoreau: En mi casa tengo tres sillas; una para la soledad, otra para la amistad y otra para la sociedad. Turkle transforma esas sillas y las adapta a las consecuencias que ha originado la era de internet en la comunicación y las relaciones sociales. Aparentemente internet nos permite estar comunicados pero a la vez estamos más solos que nunca. Nuestras relaciones personales con la familia y amigos se han visto alteradas, y nuestro espacio en la sociedad también lo ha hecho.

Como las nuevas formas de comunicación online nos alejan del aburrimiento de estar solos y de la empatía con otras personas:

La adicción a las redes sociales es un hecho. La gran mayoría de los jóvenes se comunica mediante mensajes de texto. ¿Por qué? La respuesta la da un adolescente que entrevista Turkle: Las conversación reales, cara a cara, ocurren en tiempo real, y no las puedes controlar. La seguridad del mensaje de texto, al cual puedes responder cuando quieras, hace que muchos jóvenes empiecen a creer que este tipo de comunicación es la ideal.

Las nuevas generaciones que han nacido y se han desarrollado en el universo digital de las redes, han tomado un camino distinto en lo que respecta a las relaciones sociales, pero que va más allá de los simples mensajes de texto. La continua atención a los dispositivos es un problema que afecta a sus vidas familiares, a sus implicaciones sociales y a sus trabajos. El aburrimiento ya no es posible ni es interesante. Por eso se pretende estar siempre comunicado. Pero el aburrimiento implica que la persona pueda pensar solo, en sí mismo y en otros aspectos que llevan también al desarrollo de la creatividad en cualquier individuo. Además de ese factor de aburrimiento se busca no estar nunca solo al estar siempre conectado a la red social, esperando las respuestas de nuestros amigos. Esto resulta paradójico, porque la sensación de conexión digital con otras personas es falsa, y en realidad se acaba viviendo en una especie de burbuja, es decir, solos.

Los ejemplos más claros del nuevo tipo de comunicación se hacen evidentes hoy en día. En las reuniones familiares o entre amigos, las personas están en continua atención a sus móviles. Se pretende así estar siempre disponibles, tanto para las personas presentes como para las digitales. Esto hace que las conversaciones reales se realicen entrecortadas. Hemos aprendido a desarrollar habilidades multitarea, que van más allá incluso de esas situaciones extrañas en donde nuestros amigos o familiares hablan con nosotros mirando la pantalla de su teléfono.

Al margen de estas consecuencias en las relaciones sociales, hay otros factores importantes implicados. El más importante es el de la empatía. La costumbre de comunicarse mediante mensajes nos está alejando de la cercanía física de la conversación y de lo que ello implica. Un niño o niña que se acostumbra a los mensajes de texto, no desarrollará la empatía suficiente para respetar a los demás. Tal y como se describe la situación en el libro, un niño puede humillar a otro compañero mediante un mensaje de texto hiriente, pero no se da cuenta del daño que ha hecho ya que no tiene a la otra persona delante para comprobar su reacción.

Expuestos a la sobre-información:

La red nos permite a todos estar siempre informados de muchos temas. De hecho el periodismo actual se nutre de ello. Las webs de información se actualizan cada poco tiempo, intentando ser el primero en dar una primicia sobre casi cualquier asunto que afecte a nuestra sociedad. Los espectadores somos todos nosotros. Nuestro continuo deseo de estar siempre informados, a través de una amplia oferta de información, nos hace que perdamos el interés rápidamente. Además, no somos capaces de concentrarnos en una única noticia. Nos acabamos informando mediante titulares de prensa, sin prestar atención al contenido. Esto también afecta a la profesión puesto que se fomenta el periodismo rápido, que no contrasta ni investiga. Lo que importa es ser el primero, y no ser riguroso en la información.

La disminución en nuestra capacidad de concentración:

La sobre-información es un ejemplo de nuestra falta de concentración. Desde pequeños ya se empieza a estar en contacto con la red y con los dispositivos digitales. Como pasa con la amplia oferta de información, tenemos una amplia oferta de entretenimiento. Eso nos hace sentir que siempre nos estamos perdiendo algo supuestamente mejor, y no somos capaces de concentrarnos en lo que tenemos delante. ¿Alguna vez has estado viendo una película en una plataforma VOD y la has dejado a medias? ¿Por qué? Si la película no está a la altura de nuestras expectativas, la desechamos ya que tenemos otras posibilidades.

Esa falta de concentración también se aplica a las redes sociales, cuya oferta también es muy amplia y tentadora. Pasamos de una a otra para no perdernos nada. Tenemos amigos en distintas redes sociales, que podemos consultar siempre que queramos a través de nuestros móviles. La consecuencia es que ni siquiera nos concentramos en ella y ni mucho menos en lo que nos rodea, y por supuesto esto afecta a nuestras relaciones con otras personas.

Paralelamente a todo esto se está viendo ya que niños y jóvenes están perdiendo interés en las actividades que requieran una concentración alta, como la lectura. Leer no se encuentra entre las actividades de ocio de los más jóvenes. La continua sobre estimulación a través de vídeo juegos o redes sociales, es una fuente de distracción muy fuerte como para hacer el esfuerzo de leer un texto complejo.

Cómo está afectando al ámbito educativo:

El ejemplo de la lectura es el primer indicio de las consecuencias. La disminución en la concentración en una actividad como la lectura tiene implicaciones educativas. Cuando se lee, se hace de manera superficial, con lo que no llegamos a entender del todo lo que leemos, o ni siquiera acabamos teniendo dudas o preguntas sobre lo que hemos leído.

La presencia de los dispositivos móviles en las aulas es otro de los problemas. Desde los más jóvenes alumnos hasta los universitarios, los móviles, tabletas o ordenadores portátiles afectan a nuestro rendimiento académico. Se pretende estar siempre conectado con el móvil, para estar disponibles para nuestros amigos. Las tabletas, como sustitutos de los pesados libros, y en donde está el material educativo que nos sirve de apoyo, también son una fuente de distracción, que afecta a la atención en clase.

En los ámbitos universitarios, los alumnos utilizan los ordenadores portátiles para tomar apuntes, pero lo hacen como si fueran simples copistas de lo que se dice en clase. Tomar apuntes por escrito implica una mayor atención a lo que se dice. Implica reflexión previa sobe lo que se ha dicho. Además, el ordenador es otra fuente más de distracción.

Así mismo, los entornos virtuales educativos están ayudando a acercar la educación superior a entornos remotos o a personas con pocas posibilidades económicas, pero a la vez está afectando a lo que también implican las clases presenciales, en donde nos relacionamos y discutimos sobre los temas que estudiamos. Los foros digitales también pueden servir para ese intercambio de ideas, pero en ellos no vemos quienes están verdaderamente participando, quienes leen nuestras aportaciones o como se han hecho. Escribir un mensaje en un foro puede ser muy útil, pero la improvisación creativa de hacerlo delante de tus compañeros tiene algo más.

Consecuencias laborales:

Las personas que han crecido en estos entornos, llegan a sus respectivos puestos de trabajo con unos hábitos poco productivos. En los ámbitos profesionales en los que la labor se realiza en oficinas, todo está cambiando. Para empezar, la comunicación entre compañeros y jefes, se realiza mediante mensajes de texto. Las tareas se realizan en lugares en donde la persona puede estar sentado delante de su pantalla de ordenador, con su teléfono cerca e incluso con unos cascos. Se aísla del resto. Se pierden entonces las conversaciones necesarias que fomentan la creatividad para la resolución de problemas.

En las reuniones la falta de concentración vuelve a aparecer. Cada individuo conectado a su dispositivo no es capaz de prestar la atención necesaria a lo que en la reunión se dice. Solo deja de lado su teléfono cuando le toca a aportar algo, pero se hace sin improvisación creativa, sino que se limitan a decir algo que ya se tenía preparado.

Una nueva generación preparada llega al mundo laboral sin la experiencia de la comunicación, tan necesaria en ámbitos como el derecho, la ingeniería o incluso la medicina, en donde los profesionales, además de dominar sus respectivos campos, deben saber comunicarse con el paciente, cara a cara. Personas que dominan la medicina pero sin empatía con sus pacientes.

Prefiero escribir un mensaje de texto a hablar. “En defensa de la conversación” de Sherry Turkle

Relaciones de pareja:

Como es lógico, también está afectando a la manera de buscar pareja. Las aplicaciones creadas para tal efecto, se basan en la búsqueda de personas entre una amplia oferta. Como pasa con otros ámbitos como el del entretenimiento, tenemos muchas posibilidades y eso hace que nunca estemos contentos con lo que nos ofrecen. La app de tinder es el ejemplo más evidente. Tiene la posibilidad de descartar a la persona con solo un gesto de dedo, como si de una mercancía se tratase.

Luego, la comunicación en la propia pareja se resiente, al prestar más atención a los dispositivos que a la otra persona. De hecho algunas parejas prefieren discutir con su pareja mediante mensajes de texto que hacerlo en persona porque genera menos estrés emocional.

Padres e hijos que no se comunican:

Vivimos en una sociedad continuamente alarmada. Para sentir más seguridad los padres compran a sus hijos móviles, para tenerlos siempre vigilados. Pero se produce otro efecto, en el que los padres no hacen caso a sus hijos cuando los tienen delante o viceversa. Padres pendientes de sus dispositivos que no le prestan la atención adecuada a sus hijos e hijos que no se interesan por lo que los padres les dicen por lo mismo. Niños y niñas que no se implican en las conversaciones de los adultos, y no aprenden a desarrollar determinadas aptitudes sociales.

Cambios políticos y sociales:

Las redes sociales han servido para dar visibilidad a determinados problemas sociales o políticos. En cuanto algo pasa en la otra punta del mundo, todos nos solidarizamos con ello. Nos implicamos emocionalmente tras un terremoto, en una inundación, etc. y hacemos gestos en nuestras redes sociales, pero en cuanto pasa el momento, todo se olvida. Creemos que ese gesto es suficiente porque demuestra que algo nos importa, pero las consecuencias de un terremoto perduran en el tiempo, y los problemas derivados de ello, no se vuelven virales, porque todo va demasiado deprisa como para prestarle la atención necesaria.

El futuro de la robótica:

Se presenta un futuro en el que creemos que las IA, los robots que simulan cualidades humanas, son la respuesta a nuestros problemas. Las personas ancianas solas, serán vigiladas por robots, que simularán afecto. Con ello creemos haber resuelto el problemas del envejecimiento poblacional, dando por hecho que una máquina programada será más útil que una persona cualificada profesionalmente y sobre todo, que una persona que es capaz de sentir empatía con la persona que cuida o acompaña.

Al acostumbrarnos a la comunicación digital, esa que resulta segura, sin fallos y en la que casi no podemos sentir rechazo, corremos el riesgo de interpretar eso como lo normal. Con la llegada de la IA, encontraremos en los bots de internet y sobre todo en los robots, los amigos o la compañía que necesitamos. Los robots nos harán compañía, y sentiremos su presencia como si la de otra persona fuera. Y además lo haremos sabiendo que es una presencia segura, que no nos fallará. Pero no comprenderemos que es una presencia simulada, programada para aprender de nuestras respuestas, pero no como la de otro ser humano.

Todas estas implicaciones están expuestas en el estudio de Sherry Turkle. Un estudio que profundiza mucho más allá del simple hecho de que las nuevas generaciones se comuniquen a través de mensajes de texto.


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