Pregúntale a la niña

Por Marapsara


Pido disculpas por si hay algún adulto en la sala.
He pretendido encerrar el misterio de la vida en una caja de certezas,
llenado páginas de tinta con palabras en blanco
intentado entender por escrito todo aquello que me aterraba.
Me he creído la voz traicionera del miedo
y se ha convertido en algo real,
he soñado en 4K las historias
que inventaba en la vigilia para atormentarme.
Luego he tenido que inventar un modo de deshacer
las manos que me apretaban los pulmones,
rezado a Hécate en voz alta para que se hagan polvo,
para que se pare el mundo y la magia me acune en sus brazos,
que me bendiga la noche y yo desaparezca en ellos.
Ahora sé que debo preguntar a la niña por cada nueva gamberrada,
dejo que haga ruidos guturales de placer cuando estamos solas,
encontramos tesoros siguiendo nuestra intuición,
conocemos los atajos por el camino de Swann
reconstruimos nuestro hogar junto a cada lugar donde encontramos agua.
Permito que baile y que cante, que se dé besos en el espejo,
que corra descalza y que ría como una india piel roja salvaje.
Hemos explorado lo que hay al otro lado del miedo
escuchado entre árboles nuestra música favorita,
devenido juntas la misma tierra húmeda que pisamos,
vestidas de negro expuestas al sol,
vestidas completamente de negro absorbiendo toda la luz,
absorbiendo toda la maldita luz que ya estaba antes dentro de nosotras.
Del texto y la imagen: © Todos los derechos reservados - Mar López, 2017