Ya hemos llegado a la última parte de este intenso análisis sobre el segundo libro del Pentateuco. Como había comentado, hay un tema en concreto sobre el que me interesa mucho hacer hincapié, y es ese paralelismo entre el temor y el amor a Dios. Para ello, el Éxodo nos regala estupendas citas de las cuales destacaré las pertenecientes al Éxodo 14, 15 y al Éxodo 20,21 respectivamente, ambas dichas por Moisés: "¡Haces cosas maravillosas y terribles! ¡Eres digno de alabanza! ¡Desplegaste tu poder, y se los tragó la tierra! Con tu amor vas dirigiendo a este pueblo que salvaste".
"No tengáis miedo. Dios ha venido para poneros a prueba y para que siempre sintáis temor de Él, a fin de que no pequéis".
Lo maravilloso y lo terrible no son sinónimos, como tampoco es coherente decir "no tengáis miedo" para seguidamente decir "para que siempre sintáis temor de Él". Dios se nos presenta de la siguiente manera: es el salvador del pueblo de Israel, su nación más amada y protegida y no permite que nadie les toque sin sufrir las consecuencias; a cambio de haberles salvado de una vida muy cruel y penosa, los israelitas le deben obediencia y respeto si no quieren sufrir las consecuencias de su ira. Porque sí, Dios también sufre del pecado de la ira hasta el punto de querer matar a su pueblo, podéis leerlo en el Éxodo 32. Conceptos tan contradictorios como terror y amor confluyen en la figura de Dios; hay que amarlo, pero a la vez hay que tenerle miedo. No, corrijo esta última parte. En realidad, Dios no pide a los israelitas ser amado, sino respetado y obedecido. Como curiosidad, os contaré que esos mismos votos son los que se le exige a la mujer cristiana para con su marido, respetarlo y someterse a él, pero no especifica que tenga que amarlo. Teniendo en cuenta la jerarquía de la religión, donde Dios es la cabeza del hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, tiene cierto sentido. Estableciendo esta comparación, vamos a pensar que Dios es el marido, e Israel es la mujer. Ahora, leed detenidamente esta cita dicha por "el marido" (Dios) en el Éxodo 34 para que su "mujer" (Israel) entienda cómo se las gasta: "No adoréis a ningún otro dios, porque el Señor es celoso. Su nombre es Dios celoso".
Claves para entender la mente de un maltratador
El amor del Señor hacia su pueblo no tolera una lealtad a medias, ni la rivalidad de otros dioses u objetos de culto. Eso es lo que la Biblia nos explica acerca del Dios celoso. Tenemos que tener la convicción de que Dios es superior a nosotros, de que somos nosotros los que provocamos que Él sea violento porque no le obedecemos, y de que no tolera bajo ningún concepto ser cuestionado, ni muchísimo menos que nos fijemos en otros dioses que no sean Él. Tenemos que entender que si Dios nos pega, es porque nos quiere. Que por cierto, qué paradoja que Dios sienta celos de unos dioses que supuestamente no existen, ya que Él es el único y verdadero... a no ser que Él les haya creado también, claro. Y ahora vamos con el segundo tema que queda por tratar, y son las leyes del pueblo de Israel con Dios. Pero no voy a hablar de los Diez Mandamientos, sino de las leyes que Dios había dictado previamente y que habían quedado rotas tras la adoración de los israelitas al becerro de oro. Una de ellas la encontramos en el Éxodo 20,21 y son leyes relativas a los esclavos. Esto ya nos tiene que sonar mal de primeras. ¿Cómo que leyes relativas a los esclavos, si los israelitas acaban de ser liberados de eso precisamente? ¿Les libera de la esclavitud egipcia pero permite que entre ellos se esclavicen? La respuesta es sí. La esclavitud estaba aceptada si tu amo era otro israelita; es decir, lo malo no es el acto de esclavizar, sino la procedencia del que lo lleva a cabo. Por cierto, si el esclavo era varón se le liberaba al cabo de seis años; las mujeres no corrían la misma suerte.
Por supuesto, también tenemos leyes relativas a la moral donde se establece que los israelitas no deben oprimir ni maltratar al extranjero, ya que ellos mismo fueron extranjeros en Egipto. Qué pena que esto caiga en saco roto con una sola orden, o más bien con la contradicción de Dios en el Éxodo 23,24: "Mi ángel irá delante de ti, y te llevará al país de los amorreos, hititas, ferezeos, cananeos, heveos y jebuseos, a quienes yo arrancaré de raíz. No sigas el mal ejemplo de estos pueblos".
No hace falta que los israelitas se salten ninguna ley, puesto que ya está el mismo Dios para romperlas. En realidad, es bastante complicado saber qué entiende Dios por extranjero, o por no maltratarlos, ya que incluso da órdenes de derribar los altares de estos pueblos, lo que podemos entender como un proceso de destrucción de la cultura extranjera para imponer la tuya propia. A mi modo de ver, la figura de Dios ha quedado un poco más ensombrecida gracias al libro del Éxodo. Se percibe un lado manipulador, malicioso, interesado, y hasta violento que cuesta mucho identificar con ese Padre amoroso con el que se supone que nos tenemos que sentir seguros. Me encantaría leer vuestras opiniones al respecto, tanto si estáis de acuerdo, como si pensáis que ya me estoy metiendo en terrenos demasiado pantanosos. Próxima parada: el Levítico.
Audiolibro: El Éxodo
Documental: El Éxodo descifrado
Tráiler: Exodus: Dioses y reyes
Película: Exodus: Dioses y reyes
Película: Moisés
Canción: Libéranos - BSO El príncipe de Egipto
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