Samuel es considerado a la vez el último de los jueces y el primero de los grandes profetas de Israel, y este libro relata una parte fundamental de la historia hebrea: el establecimiento definitivo de la monarquía de Israel, siendo Saúl el primer rey. Digo que este libro es fundamental porque Dios concede a los israelitas el derecho de tener un soberano, como el resto de las naciones de la tierra, sin que esto por supuesto dañe su autoridad por encima de todas las cosas.
La infancia de Samuel transcurre bajo las órdenes del sacerdote Elí, cuyos hijos tenían un comportamiento que no agradaba ni a Dios ni a los israelitas, por lo que su padre les sermoneaba así en Samuel 2:
"Todo el mundo me habla de vuestras malas acciones. ¿Por qué os portáis así? No, hijos míos, no es nada bueno lo que sé que el pueblo del Señor anda contando de vosotros. Si una persona comete una falta contra otra, el Señor puede intervenir en su favor; pero si una persona ofende al Señor, ¿quién la defenderá?"
Sin embargo, los hijos no escucharon estas palabras porque Dios ya había decidido que les iba a quitar la vida; sí, no podían redimirse por sí mismos porque Él lo impide, al igual que hizo con el faraón egipcio. Pero no es esto lo que quiero destacar, sino la mentira de proporciones colosales que le cuela Dios a Samuel cuando le comenta el castigo que tiene preparado para Elí y su familia en Samuel 3:
"Le he anunciado que voy a castigar a los suyos para siempre, por la maldad que él ya sabe; pues sus hijos me han maldecido y él no los ha reprendido."
Si habéis leído atentamente la primera cita, veréis que eso es una reprimenda, un toque de atención para que sus hijos dejen de jugarse el cuello, y sin embargo, Dios le cuenta a Samuel que Elí no les ha reprendido y por eso les va a castigar a todos. ¿Recordáis lo que pasó con Moisés en Números, que Dios no le permitió entrar a la Tierra Prometida porque según Él había perdido la fe? Aquí está pasando exactamente lo mismo; Dios se toma las cosas como le viene en gana para seguir jugando a ser el niño "cabroncete" que se divierte quemando a las hormigas con una lupa, pero necesita una justificación para hacerlo (aunque sea inventada) para no parecer "tan" malo.
Puede que en el Génesis, cuando Adán y Eva no murieron tras comer la manzana a pesar de que eso fue lo que dijo Dios que les iba a pasar, la interpretación de muerte puede ser muerte espiritual y no física; puede que cuando Dios dijo que Moisés había abandonado su fe es porque esa parte simplemente no había sido incluida en la Biblia, y por eso no sabemos exactamente cuál fue la traición de Moisés; pero esto que Dios ha dicho de Elí es una mentira con todas las de la ley. Demostrado queda que hasta el Todopoderoso miente.
Luego, hay una cosa que nunca cambia, y es el continuo abandono de de Dios por parte de los israelitas para adorar a otros dioses, y esta vez su castigo es caer bajo dominio filisteo. En este punto, Samuel ya es caudillo israelita, y advierte al pueblo de que lo mejor que pueden hacer si quieren librarse de los filisteos es volver a Dios y olvidarse de los dioses extranjeros, algo que me llama mucho la atención porque nunca se niega la existencia de otros dioses, sino que simplemente no son los dioses correctos, bajo criterio del mismo Dios, claro está. ¿Acaso implantar una monarquía, como piden los israelitas, será una solución a sus problemas de deslealtad, sintiéndose por fin unidos bajo un sistema de gobierno que no tiene que ver con Dios? Por medio de una oración, Dios le pide a Samuel que advierta a los israelitas sobre la lista de privilegios que el rey va a tener sobre ellos, privilegios que a veces rozan el abuso de poder, y en este punto me asaltó una cuestión que no he llegado a aclarar: ¿la monarquía es así de abusiva porque Dios lo permite, en venganza a la petición de un rey terrenal? Cuando hablamos de los jueces, caudillos, y profetas de Israel, tienen algo en común, y es que todos ellos han sido elegidos por Dios, pero no tenían muchos más privilegios respecto a sus compatriotas que el de ser portavoces de la palabra del Señor; en el caso de los reyes es todo lo contrario, ya que no solo están a un nivel por encima de los caudillos en cuanto a autoridad, sino que además son los mismos israelitas quienes exigen la monarquía para estar al mismo nivel que el resto de naciones, importándoles poco tener al rey más poderoso de todos de su parte, que es Dios. Cabría entonces hacerse la pregunta de si Dios no puede evitar tomarse este hecho como algo personal, y en vez de reducir los privilegios del monarca sobre los hebreos (pues se supone que el poder de Dios siempre se impone) permite, en cambio, el abuso de poder. Para eso habrá que analizar la figura de Saúl en la segunda parte.
Todos los comentarios son bienvenidos.
Fuente de las imágenes:
http://nodulo.org/ec/2008/n082p15.htm
http://ateismoparacristianos.blogspot.com.es/2011/02/pablo-mentiras-sobre-el-apedreamiento.html