Preguntas que debes hacerte sobre Números (I)

Publicado el 16 diciembre 2016 por Carmoran @ensayistica


          Parece que voy a hablar de matemáticas (seguro que alguien buscando información matemática da con esta página en el buscador), pero de lo que voy a hablar, como bien sabéis los que habéis ido leyendo estas ensayo-reflexiones sobre la Biblia, es del cuarto libro del Pentateuco, llamado Números. Al contrario que el resto de libros, en Números nos encontramos con un complicado entramado de legislaciones y normativas a la hora de controlar el censo de población israelita, todo ello entremezclado con narraciones de distinto tipo que no parecen guardar una conexión lógica, lo que me lleva a pensar que este libro tuvo que pasar necesariamente por distintas etapas de redacción hasta adquirir una sola forma definitiva.           A primera vista, puede parecer que hacer un censo de la población israelita no va a contar te nada de fundamental relevancia, ya que son meros trámites, pero vamos a ver qué es lo le dice Dios a Moisés exactamente en Números 1:            "Haced un censo de todos los israelitas, por clanes y familias, para saber el nombre y número exacto de todos los hombres de veinte años en adelante, aptos para la guerra".
          ¿Para la guerra? ¿De qué guerra habla? ¿Por qué Dios iba a querer preparar a su pueblo para una guerra, sabiendo todos lo que una guerra conlleva, que es destrucción, violaciones y muerte, especialmente contra civiles inocentes? Pues porque este libro, aparte de servir como censo, también sirve para mostrar a Dios como general de guerra, aquel que favorece a su pueblo para que arrase a todos los demás.

Creo que ya podemos empezar a pensar en Dios como Marte, señor de la guerra según la mitología


          Pero volviendo al tema anterior, ¿para qué guerra se tienen que preparar los israelitas? Para tomar Canaán, la tierra que Él les había prometido tras su salida de Egipto tras 40 años de vagar por el desierto; por supuesto, Dios mismo propicia esta guerra ayudando a los israelitas a destruir a los cananeos por completo, ciudades incluidas, lo que lo convierte todo en una interesante paradoja, pues los israelitas han pasado de ser víctimas de los egipcios, a verdugos de los cananeos por orden de su Señor. Una de las regiones que tomaron bajo su poder era Moab, pero aquí pasó lo impensable, y es que los israelitas empezaron a adorar a otros dioses y a corromperse por culpa de la influencia de las mujeres. Sí, a los ojos de la religión las mujeres son inferiores en todos los sentidos, pero su poder de influencia no es de este mundo. Como era de esperar, Dios manda matar tanto a los israelitas que se dejaron arrastrar por el culto a otros dioses, como a los pocos habitantes que ya quedaban en la región (mujeres incluidas), según Él, como represalia ante sus malas mañas. En todo caso, los cananeos no son los culpables de esta situación, pues no fueron ellos los que invadieron un pueblo extranjero. La ira de Dios viene dada por el hecho de que su propio pueblo hubiera preferido en cierto momento a otros dioses antes que a Él. Recordad lo que ya mencionaba en esta entrada respecto al temperamento de Dios, su nombre es Dios celoso.

A medida que avanzamos en la lectura de la Biblia, la imagen del dios puro y bondadoso queda más y más alejada


          Siguiendo con el tema de la guerra, vamos a recordar una cita dicha por el faraón de Egipto durante el período de esclavitud israelita:        "Matad ahora mismo a todos los niños varones  y a todas las mujeres que no sean vírgenes. A las muchachas vírgenes dejadlas con vida, y quedaos con ellas."
          Nos horripila la matanza de esos bebés, y nos atormenta pensar qué trato le darían a esas mujeres vírgenes, vistas solo como botín de guerra. Así cualquiera pensaría que el faraón y sus acólitos eran seres realmente bestiales, carentes de humanidad. Solo que esta cita no pertenece al faraón, os he engañado. Esta cita podéis encontrarla en Números 30,31, y fue dicha por Moisés para que los israelitas arrasaran la región de Madián. De nuevo, vemos cómo las víctimas han pasado a ser verdugos.         Por supuesto, la destrucción del país de Canaán para que los israelitas lo invadan es apoyado por Dios en todo momento, pero algo hay en su discurso respecto a la repartición de botines de guerra, que me ha hecho pensar en la posibilidad de sacrificios humanos, aunque obviamente, no lo manifiesta de manera explícita. Dios exige que una parte de los botines conseguidos (incluyendo personas) sea entregada a Él como contribución, aunque en realidad se supone que eso debe ir a parar al sacerdote, que actuaría como una especie de mediador o representante de Dios. En un momento dado, se dice que fueron apresadas 16.000 muchachas, y de ellas 32 fueron entregadas como contribución al Señor. Si queremos pensar "bien", esas muchachas se convirtieron en esclavas del sacerdote; si queremos pensar mal, esas jóvenes pudieron haber formado parte de un sacrificio humano, un sacrificio de vírgenes que en nuestro imaginario atribuímos a ritos satánicos. Ya sería un giro argumental de cine que Dios fuera Satán.          Y aún no está todo dicho sobre este penúltimo libro del Pentateuco.          Todos los comentarios son bienvenidos.
Fuente de las imágenes:
http://laverdadinformativa.blogspot.com.es/2010/11/leer-numeros-111-de-la-santa-biblia-nos.html
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