preguntas raras

Publicado el 20 noviembre 2015 por Libretachatarra
¿Qué pasaría si todos los chinos saltaran a la vez?
Como recogen en Xataka, citando 100 mitos de la ciencia, de Daniel Closa i Autet, “la Tierra pesa diez billones más que todos sus habitantes humanos juntos”, por lo que “sería como si una mosca saltara sobre la superficie de un barco”. Por tanto, no pasaría gran cosa: ni se alteraría el eje de rotación del planeta ni se desencadenaría un terremoto.
Si las cucarachas pueden sobrevivir a un ataque nuclear, ¿qué le echan al insecticida?
La respuesta es kryptonita. No, eso es mentira. La respuesta es que tampoco sobrevivirían. Según explica Discovery, el mito surgió cuando se dijo que estos insectos eran algunos de los pocos supervivientes de las dos bombas nucleares que Estados Unidos lanzó en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki. En el programa Mythbusters pusieron esta leyenda urbana a prueba y sometieron a 10.000 cucarachas a radiación. Aguantaron bastante: tras un mes, un 10% de los insectos seguían vivos. Pero acabaron muriendo. Los cuerpos de estos bichos son más simples y los ciclos de sus células más lentos, por lo que la radiación tiene menos oportunidades para actuar.
En cuanto a los ingredientes del insecticida, muchos llevan por ejemplo avermectina, que bloquea la actividad en nervios y músculos, y que en grandes dosis puede ser tóxica también para los humanos, aunque no tanto como una bomba nuclear.
¿Por qué las galletas se ponen blandas y el pan se pone duro?
Las galletas contienen más azúcar y sal que las barras de pan, como explican en Why Don’t Penguins’ Feet Freeze?, por lo que la galleta absorbe más humedad del ambiente, humedad que su textura densa ayuda a mantener. Una barra de pan tiene menos azúcar y sal, además de una estructura más abierta, por lo que no solo no absorbe, sino que pierde humedad. Por cierto, poner el pan en la nevera no frena este proceso.
Nuestro cerebro se puede engañar a sí mismo de formas realmente extrañas.
Quienes padecen el síndrome de Capgras ven extraños los objetos y las personas familiares (lo contrario al déjà vu). Una señora mayor que vivía sola se hizo amiga de una mujer que aparecía siempre que se miraba en un espejo. Pensaba que esta otra señora no se parecía en nada a ella, excepto en que vestían igual. Otra mujer creía que la seguía una señora que se le aparecía en espejos, pero que no se le parecía en nada. Por lo demás, estaba perfectamente.
¿Por qué crujen los dedos?
Ese ruido en los nudillos se forma por burbujas de gas que se acumulan en las articulaciones de los dedos y no tiene efectos nocivos. Tampoco puede provocar artritis.
Walt Disney propagó la leyenda urbana de los lemmings suicidas
Como explica Io9, estos roedores del ártico pasan por ciclos de población en los que se multiplican por 100 o incluso por 1.000, para luego descender hasta casi la extinción, ya que dependen de climas muy fríos para reproducirse. En los picos de población, muchos grupos de lemmings se ven obligados a emigrar y, ocasionalmente, caen por acantilados. Pero por accidente. No se arrojan al vacío. Estos ciclos de población tan bruscos llevaron a varias leyendas, incluida la de que se arrojaban al mar. Un documental de Disney (sí, Disney) de 1958 dio esta leyenda por cierta y los autores decidieron comprar un camión lleno de lemmings y empujarlos por un barranco para simular lo que en su opinión la naturaleza habría hecho de todas formas.
Los murciélagos son ciegos
Ven casi tan bien como los humanos. Se orientan gracias a sus ojos, al sónar de ultrasonidos, que les ayuda a cazar insectos en la oscuridad, y a una brújula interna.
¿Es verdad que no hay Nobel de matemáticas porque la mujer de Alfred Nobel le fue infiel con el matemático Gosta Mittag-Leffler, que hubiera podido ganar el premio?
Como recuerda Snopes, aunque Nobel tuvo tres amores importantes, nunca se casó. Por otro lado, había más candidatos que podrían haberle disputado el premio a Mittag-Leffler, como Henri Poincaré y David Hilbert. No se sabe por qué no hay Nobel de matemáticas, pero podría deberse a que el rey de Suecia ya financiaba el que concedía la revista Acta Mathematica (fundada por Mittag-Leffer) y Nobel quizás no quiso competir con un soberano. También es posible que considerara que era una ciencia demasiado teórica o que simplemente no le interesara.
Stanislav Petrov no hizo nada y por eso salvó el mundo
Petrov era un teniente coronel que el 26 de septiembre de 1983 estaba a cargo del búnker Serjupov-15, donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa. A las 00:14 horas un satélite dio la alarma: Estados Unidos había lanzado un misil balístico intercontinental desde una base de Montana. Alcanzaría la Unión Soviética en 20 minutos. El protocolo obligaba a Petrov a responder poniéndose en contacto con sus superiores e informando del ataque para que la Unión Soviética pudiera emprender contraatacar.
Este ataque era creíble: los soviéticos habían derribado hacía poco un avión surcoreano que volaba en espacio aéreo ruso y la OTAN había respondido con ejercicios militares. La guerra fría seguía en pie.
Pero Petrov tenía sus dudas: ¿por qué un solo misil? Lo normal sería que el ataque fuera total, motivo por el que siguió sospechando que se trataba de un error después de que los ordenadores indicaran que había otros cuatro misiles volando hacia el país. Informó a sus superiores de que había habido un error, a pesar de que no las tenía todas consigo. Como recoge la BBC: "23 minutos más tarde me di cuenta de que nada había 37 ocurrido. Si hubiera sido un ataque real, ya lo sabría. Fue un verdadero alivio".
La NASA se gastó millones de dólares en desarrollar bolígrafos que funcionaran sin gravedad. Los rusos usaron un lápiz. Esta historia es falsa
Este relato es muy bonito y edificante, pero no es auténtico, como cuenta Snopes. En los primeros vuelos, los astronautas rusos y también los americanos usaban lápices, pero no eran una herramienta apropiada: la punta se rompe, lo que es incómodo sin gravedad, y además son inflamables, por lo que suponen un riesgo en caso de incendio. El boli espacial lo desarrolló una empresa privada por su cuenta, la Fisher Pen Co., y la NASA los compró, después de probarlos, a un precio razonable.
JAIME RUBIO HANCOCK
“El gran libro del Petricor: 128 cosas asombrosas e innecesarias que aprendimos con Verne”
fuente: http://verne.elpais.com/verne/2015/09/24/articulo/1443080571_244447.html