No se que fue, pero de repente, el giro de la ronda cambio hacia una enloquecida variación provocada por un par de muchachos, que rápidamente deshicieron el abrazo y tiraron un extraño adminiculo que fue a caer muy cerca de nuestra mesa. El Indio lo levanto y con ceño fruncido vimos que era como un cinturón con botones mal ensamblados decía: "Marcacompas Lusiardo-Mbore". Los que lo habían tirado, ya cambiaban sus zapatos para irse, animando a sus compañeros a hacer lo propio. Mientras la ronda se normalizaba los fuimos a buscar a su mesa. Queríamos saber como había llegado a sus manos esa degradacion de nuestros productos, esa bajeza operada en el mismo vientre de los ideales Lusiardianos, siempre discretos y al margen, llenos de sabiduría en su imponente presencia secundaria. Vimos, al acercarnos, que los trajes que llevaban respondían a un mismo patrón de baja hechura , cayendo como una bolsa de papas podridas sobre el pantalón mal cortado y con demasiadas rayas. En una especie de Gaélico nos dieron a entender que lo habían comprado en un Festival "Alto Estanda lusialo", y agregaron que también habían tomado clases con "El mas grande". Preguntamos quien era ese más grande, recordando su particular estilo cumbiado y ya sabiendo la respuesta.
Entonces, aquellos dos milongueros, con la mirada puesta en las alturas musitaron como quien reverencia a un irascible Dios cercano a quien debiera aplacarse con dádivas orales o salamin, la palabra "Patrura, Patrura."
Sentimos un estremecimiento, en la confirmación. Medio canelón desechado en el plato se enfriaba con su falsa bechamel hecha a caldo de caracú. El grupo ya abandonaba la milonga, echándole una ojeada a los "Titanes de la milonga". A un par se les rompió la bolsa de zapatos, donde se veía el rotulo infamemente plagiado. Y mientras la ronda pugnaba por aquietarse, removiéndose inquieta en el recuerdo de aquel tango cumbiado, supimos que teníamos que partir urgentemente, emprender la expedición como fuera hacia el impenetrable Paraguayo para llegar a la infame tienda y la oscuridad que el Tucumano estaba difundiendo por las rondas del mundo, en nombre del blog. Debíamos remontar el río Paraguay hasta llegar al infame corazón de las tinieblas milongueras ...