Primera novela canon post-Retorno del Jedi
Por: Germán Aliaga
Muchos son los meses de espera que nos aguardan para el estreno. Sin embargo, ¿Por qué esperar hasta entonces para tener novedades sobre esta saga? En apenas 2 meses, en septiembre de este año, sale a la venta el libro AFTERMATH, de Chuck Wendig.
Se trata del primer libro CANON (historia oficial de Star Wars, tras haberse desechado todo el Universo Expandido) que se centra en los acontecimientos acaecidos justo después del Episodio VI: el Retorno del Jedi. Teniendo en cuenta que la película se situará 30 años después de este Ep. VI, parece ser que la lectura de este libro será imprescindible para valorar y evaluar como las fuerzas imperiales y rebeldes actuaron justo después de la muerte de Vader y del emperador Palpatine.
La respuesta puede estar en las páginas de esta novela de la que Lucasfilms y Entertainment Weekly han publicado el preludio y un extracto del primer capítulo.
El capitulo numero 1 lo podéis leer en inglés en la página de Entertainment Weekly, o traducido al castellano en el siguiente AFTERMATH-traducido, para vuestra mayor comodidad.
¡Que la fuerza os acompañe!
PRELUDIO:
Hoy es un día para celebrar. Hemos triunfado sobre la maldad y la opresión y le hemos proporcionado a nuestra Alianza (y a la galaxia entera) la oportunidad de reclamar nuestra libertad de un Imperio que nos la arrebató. Tenemos informes del Comandante Skywalker que aseguran que el Emperador Palpatine está muerto, así como su sicario, Darth Vader.
Pero aunque podamos celebrarlo, no deberíamos relajarnos. Hemos asestado un gran golpe al Imperio, y ahora es el momento de profundizar en la herida que le hemos infligido. Su mano opresora se cierra sobre las gargantas de la buena gente y librepensadores de la galaxia, desde el núcleo de Coruscant hasta los sistemas más lejanos del Borde Exterior. Debemos recordar que la lucha continúa. Nuestra rebelión ha terminado. Pero la guerra… la guerra acaba de empezar.
– Almirante Ackbar
CORUSCANT
Plaza del Monumento
Las cadenas traquetean mientras tiran del cuello del Emperador Palpatine. Cuerdas sobre sus ropas, enlazándose alrededor de la estatua. La multitud grita mientras empujan y empujan y empujan. Suenan gruñidos de frustración al ver que la figura de piedra se niega a moverse. Pero entonces alguien engancha las cadenas a un par de deslizadores pesados, los motores se encienden y cobran vida, los speeders aceleran y la multitud empuja otra vez…
Suena como si un hueso gigante se estuviese rompiendo.
Aparece una fractura en la base de la estatua.
Más gritos, vítores. Y…
Aplausos mientras la estatua cae.
La cabeza de la estatua se parte, sale rodando y se estrella contra una fuente. Agua oscura salpicando. La multitud se ríe.
Y entonces: las bocinas de los claxons. Luces rojas estreboscópicas. Tres deslizadores aéreos descienden desde los carriles de tráfico de arriba: Policía Imperial. Cascos rojos y negros. El resplandor de sus luces se refleja en sus cascos.
No hay ningún aviso. No llaman al orden.
Los cañones láser frontales de cada deslizador empiezan a disparar. Rayos rojos cruzan el aire. La multitud se dispersa. Cuerpos caídos y cosidos a disparos.
Pero aún así, los que permanecen acorralados no son un rebaño. Ya no son una multitud, ahora son una muchedumbre. Empiezan a recoger escombros de la estatua caída de Palpatine y los arrojan contra los aerodeslizadores. Un deslizador gira a un lado para esquivar un trozo de piedra, impactando contra otro deslizador el cual deja de disparar. Ciudadanos Coruscantís escalan el capitel de piedra que hay tras ambos deslizadores, un capitel en el que están escritos los valores imperiales de orden, control, y obediencia a la ley, y empiezan a saltar sobre los coches patrulla. Un policía uniformado es extraído de su vehículo. Otro se arrastra cayendo desde la montura de su deslizador, abriendo fuego con un par de blásters, hasta que una enorme piedra le da de lleno en el casco, tumbándolo en el suelo.
Los otros dos aerodeslizadores se elevan más alto y continúan disparando.
Gritos, fuego y humo.
Dos de los acorralados, un padre y un hijo, Rorak y Jak, se ocultan detrás de la estatua caída. Los sonidos de la batalla desatada en la Plaza del Monumento no se acaban. Desde la distancia, se oyen más disturbios, columnas de humo, flashes de disparos láser. Un panel flotando en el cielo sobre el tráfico aéreo de repente se para en seco.
El chico es joven, sólo doce años estándar, no es lo bastante mayor para luchar. Aún no. Mira a su padre con ojos suplicantes. Sobre el estruendo grita:
– ¡Papá, pero si la estación de combate fue destruída! ¡La lucha ha terminado!
Ellos lo habían visto hacía sólo una hora antes. El supuesto fin del Imperio. El comienzo de algo mejor
La confusión en los ojos del muchacho está clara: no entiende qué está pasando.
Pero Rorak sí. Él ha oído historias de las Guerras Clon, contadas por su propio padre. Él sabe cómo funciona la guerra. No son varias guerras, sino una sola, repitiéndose una y otra vez, cortada en trozos para que parezca más manejable.
Durante mucho tiempo le ha contado a su hijo, no la verdad, sino una esperanza idealizada: un día el Imperio caerá y las cosas serán distintas para cuando tengas hijos. Y eso aún puede suceder. Pero ahora hay que afrontar una verdad más cruda y dolorosa:
– Jak… la pelea no ha terminado. Sólo ha empezado.
Él abraza a su hijo.
Después pone un trozo de la estatua en la mano del chico.
Y él también recoge uno.