by El Rincón de Ika · Published enero 18, 2019 · Updated enero 14, 2019
Sin embargo, más allá de la religión, el uso del cinturón sí que ha acompañado al ser humano casi desde su origen y, de hecho, se sabe que el hombre del Neolítico vestía con pieles que sujetaba a su cuerpo con un rudimentario cinturón o correa. Por tanto, en general se puede afirmar que los primeros usos del cinturón fueron prácticos aunque pronto encontramos ejemplos de formaciones, especialmente militares o clases altas, que los utilizaban como seña de identidad.
De hecho, los cinturones son una prenda que ha formado parte de la vestimenta de hombres y mujeres desde la edad de bronce. Ya entre los monumentos egipcios o en los datos recogidos de la antigua Grecia se puede apreciar como su uso era general entre la población y empezamos a observar cómo nace el cinturón también como elemento de decoración en los estilos de la gente de la época que incluso sirve de seña de identidad para diferenciarse de la masa como indicaba Homero en algunos escritos describiendo estos cinturones como elementos con bordados decorativos o cómo incluso las diosas los utilizaban para marcar sus curvas de mujer como en el caso de las caderas resaltarás de Afrodita o de cómo Hera los utiliza para conseguir seducir a Zeus.
Detalle de hebilla de bronce, s. IV a. C. en Wikipedia
Hubo de hecho una época en la que se llevaban dos cinturones, el exterior que servía de adorno y el interior que servía para guardar algunas cosas como cartas o regalos de amantes. Como ves, aunque pudiese parecer lo contrario, el cinturón ha ido siempre unido desde la antigüedad a la belleza y la feminidad. También en el imperio romano encontramos muchos ejemplos de mujeres capaces de seducir gracias a este elemento decorativo que se va alejando de su función práctica a medida que pasa el tiempo para resaltar la belleza del cuerpo, especialmente el de la mujer que también aprovechaba el cinturón para dar forma a su cuerpo o incluso disimular imperfecciones como en el caso de la obesidad que en aquella época aún no era un canon de belleza.
Desde comienzos de la Edad Media hasta el siglo XV, el cinturón fue una prenda considerada como obligatoria en el traje civil y militar, así como una insignia de la caballería; incluso cuando en el siglo XII se cambió la estética de los trajes de los hombres el cinturón conservó su peso en las nuevas modas con distintas versiones según la zona o la época.
Ya en el siglo XV se recuperó la unción práctica más allá de la identificativa y pasaron a incluir accesorios en el cinturón que permitiese colgar las llaves, bolsas o, incluso, cuchillos. También se utilizaban para expresar símbolos como en el caso de las mujeres casadas que cuando tenía lugar el fallecimiento del marido dejaban su cinturón de casada sobre la tumba como símbolo de respeto. También sobre esta época se empezaron a decorar los trajes de baile con cinturones llamativos como aquellos que incluían campanillas para acompasar las danzas.
Habría que esperar hasta la modernidad para que el cinturón volviese a jugar un papel importante dentro de la moda, con un auge imparable que llega hasta nuestros días con distintos formatos, materiales y diseños para adaptarse al frenético mundo de la moda.
Quizás un momento fundamental respecto al uso del cinturón se da a partir de 1900 cuando el cinturón volvió a la moda femenina con fuerza como en el caso de los años
veinte cuando el diseño de los pantalones cambia drásticamente la moda y se convierten en un accesorio
fundamental para rear estilo y no solo como mero elemento decorativo funcional.