Prensa, ¿dónde está tu victoria?

Publicado el 28 agosto 2012 por Romanas

                    


Prensa, ¿dónde está tu victoria?   Lo confieso con una pena casi infinita, después de una vida ya demasiado larga, tengo muy pocos motivos para contentarme.   Apenas si hay motivo para la alegría: he mantenido peor que mejor a una familia de 5 miembros y he cumplido más bien mal con una serie de obligaciones sociales que yo mismo me he impuesto. Nada, pues, de extraordinario que mostrarme a mí mismo porque los demás, ni siquiera mis hijos y mi mujer, se interesan por lo que por aquí escribo.   Y, seguramente, tienen razón, todo esto que emborrono casi todos los días por aquí no merece la pena de leerse ni siquiera por mí mismo, ya que sólo son las inútiles reflexiones de un viejo absolutamente chocho.   Sin embargo, cuando doy un vistazo retrospectivo a mi vida, soy tan tonto que me  envanezco de algunas cosas: de cuando una vez, en plena  juventud, evitamos, otro amigo y yo que una pandillas de locos asaltara y violara a la Rosi, la tía con las mejores tetas que yo he visto en mi vida, luego, muchos años después, estando trabajando ya en Telefónica, cuando le dije a mi jefe, el Sr. Castro, el tío más prestigioso de todos ellos, que no, que no me ponía a ayudarle a un tal López porque la reglamentación nacional de la Cía. decía que las funciones de un oficial administrativo se caracterizaban por la libre iniciativa, la sorpresa que produjo mi actitud fue tal que vino a Murcia el propio Jefe Técnico de Valencia a oírme decir él personalmente aquella horrible blasfemia, a partir de aquel momento me gané una buena fama de comunista que me impidió durante 10 años asistir a las oposiciones a jefes de la compañía, mala fama que se acrecentó cuando solicité acudir a las oposiciones a letrados de la misma y no me dejaron ir porque no tenía 5 años de ejercicio profesional, a lo que yo arguí por escrito ¿pero es que yo puede simultanear mi trabajo aquí con el ejercicio de la abogacía? 
  Y no tuvieron más remedio que decirme que sí, lo que comencé a hacer inmediatamente. O sea que, como se ve, la mía fue una vida de pequeñísimo rebelde, que no lograba otra cosa que ser señalado peyorativamente con el peor de los dedos, lo que culminó cuando todos los funcionarios judiciales de Cartagena comenzaron a otorgarme por navidades el premio limón.
Pero todo esto, como bien se observa, no son más que pequeños escarceos de un aprendiz de hombre que sólo han culminado ahora, cuando siendo un viejo de lo más decrépito, he merecido los honores de que un tal Manolo Saco, al que su furibundos seguidores consideraban un auténtico dios porque decía muy bien una cosa mientras hacía la contraria, me expulsó violentamente de su paraíso, al propio tiempo que me declaraba “el innombrable”, lo que suponía mi mayor timbre de gloria, hasta que ahora, ahora mismo, 2 grandes diarios han decidido borrarme de sus listas de comentaristas, suprimiendo los comentarios que acababa de hacer en sus páginas, El País y El Confidencial, que no han tolerado que yo dijera en ellas la que sin duda es la gran verdad de nuestro tiempo, que la prensa, el primero de los poderes sociales de este desdichado tiempo en que apenas si  sobrevivimos, se ha hecho acreedora del calificativo de canallesca sólo porque se comporta como una auténtica canalla.   Ayer, El Confidencial, borraba mi comentario, en el que me limitaba a insertar el enlace para mi post titulado “La solidaridad de los canallas (II), diciendo que el moderador había decido hacerlo, él sabrá por qué, porque en él yo sólo me limitaba a decir que Rajoy y los suyos no están haciendo más que canalladas, luego son unos canallas, y la prensa también puesto que no los criticaba a ellos adecuadamente. No sé todavía si se me habrá proscrito allí como hace unos días se hizo en El País, ya lo veremos.   En cualquier caso, como iba diciendo, estas 3 proscripciones de las que últimamente he sido objeto, considero yo, modestamente, que justifican plenamente una vida tan gris como ha sido la mía.